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La disyuntiva del ganador

FEDERICO REYES HEROLES

Decir que la moneda está en el aire es una falsedad. Las alianzas siempre llevaron más de capricho que de frío cálculo. Las primeras encuestas pintan un panorama muy favorable al PRI. De los 15 casos sólo en tres los números están cerrados. Hay varios en los cuales la ventaja priista es de 20%. Además de una alianza el panismo hubiera necesitado un milagro para que el 2010 se convirtiera en un quiebre en las tendencias. Lo que también estuvo en los pronósticos y ya se cumplió es el enfriamiento y la rispidez en las relaciones entre el PAN y el PRI. Ocurrió: con alianzas pasar cualquier reforma de calado era una ilusión. El 2010 será recordado como otro año de elecciones intermedias que frenaron los grandes acuerdos nacionales. NO, fue la tónica del período ordinario. Debe haber responsables, son los "estrategas" que sobrepusieron sus intereses partidarios a los de la nación. Están Los Pinos y la dirigencia panista.

Vamos a un escenario de fuertes derrotas panistas. Algunas serán emblemáticas como Mérida, pero las más serán numéricas. Lo que se anuncia es otra vuelta en el retorno del poderío priista. Los opositores tendrán que encontrar muy buenas explicaciones de su fracaso. Por qué los mismos ciudadanos que hace una década se volcaron a favor del cambio hoy ratifican, elección tras elección, locales y la federal de 2009, que para la mayoría el PRI es su mejor opción. En algunas entidades como Oaxaca se podrán señalar acciones de compra de voto, pero será difícil argumentar la comisión de un fraude que abarca entidades tan disímbolas y triunfos tan contundentes. Algo tiene que estar haciendo bien el PRI en la selección de sus candidatos y en sus campañas, pero también en las oficinas en las que gobierna para poder ser hoy el partido con menos resistencias entre la ciudadanía. Pasó de ser el peor visto, el más impopular, al mejor visto. Algo deben estar haciendo muy mal los opositores tanto en la derecha como en la izquierda. No hay por dónde evadirse. Llegó la hora de las responsabilidades.

Así, gracias a sus estrategas y a sí mismo, el Presidente Calderón entrará al segundo semestre herido por la apuesta panista a las alianzas. Pero además no tendrá nada importante que cosechar. Podrá en todo caso defenderse con el escudo de haber enviado las propuestas de reformas, pero eso no basta. Su colega estadounidense Barack Obama demostró con la reforma al sistema de salud que un presidente tiene que afanarse en la cocina parlamentaria. Eso aquí no sucedió. La pregunta central del segundo semestre es qué actitud adoptará un PRI vencedor. Para todo fin práctico estará en la antesala de la Presidencia. Ese hecho puede provocar dos reacciones.

El PRI sabe de la necesidad de reformar la hacienda pública, sabe que la reforma laboral es impostergable, sabe que el sector energético necesita cirugía mayor, sabe que los problemas de productividad ahogan nuestro futuro. Ahora viene la disyuntiva. Si el PRI actúa con responsabilidad histórica en el segundo semestre de 2010 y todo 2011, deberá ser el motor de los cambios. Hay riesgos, varias de las medidas necesarias son impopulares y además son un tapete rojo para las críticas procedentes del "nacionalismo revolucionario". Ir por ese camino implicaría definir, de una vez por todas, si el PRI por fin entendió la lección. La gran mayoría de la sociedad quiere los cambios, quiere la modernización que quedó incompleta desde los años noventa. Es con esa mayoría de ciudadanos, que no pertenecen al PRI, pero que sí lo votan, que podría regresar a la Presidencia. Es creer en una ciudadanía de incipientes clases medias, que no están organizadas en ningún partido, que están dispuestas a cambiar su voto y que ya no soportan el país de privilegios que hoy impera.

Está la otra opción, que el PRI apueste, una vez más a sus clientelas tradicionales, a sus andamiajes corporativos, a los grupos de privilegiados que lo llevaron al fracaso en 2000. En ese caso el PRI no estará interesado en continuar con las reformas porque varios de los beneficiaros de los privilegios están en sus filas. Son grupos pequeños si se les compara con el total de la población, pero son mafias que defenderán a muerte sus privilegios. Pensemos por ejemplo en la necesidad de imponer transparencia en la vida sindical que apunta directamente a todo el andamiaje corporativo priista. Si el PRI no está dispuesto a jugársela por un México moderno que, paradójicamente, él mismo ayudó a crear, si el PRI se equivoca en los próximos dos años y a pesar de su enorme poder decide no asumir los riesgos de ir para adelante, de nada servirán los triunfos de 2010. Si ratifica su carácter conservador en ese año se le volverá a señalar como el partido de la negación del cambio y la Presidencia podría írsele de las manos.

¿Quieren limpiar la casa antes de llegar al poder o prefieren ser doblemente responsables del desastre, desde adentro y desde fuera? Esa es la disyuntiva del ganador.

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