Los que indagaban por el semanario con tesón, una vez que El Siglo de Torreón dio la información en su edición del pasado 4 de abril, iban de un puesto a otro por toda la ciudad, preguntando si había algún ejemplar disponible, tal era el tamaño de la curiosidad, tal era el silencio que suelen acompañar estos asuntos. El hombre que se dice es uno de los más buscados por la Policía, se reunió con un destacado periodista sin que nadie se percatara. Los lectores, en estos tiempos de incertidumbre, tienen el deseo de saber. Es parte de la incredulidad en que se ha caído porque hay quienes acostumbran a escamotear la información. La mayoría de los que se dedican a satisfacer a la opinión pública suele no decir la verdad o cuando menos no el total de la verdad. Estamos conscientes de que hay tabúes que no se pueden destruir de un día para otro. A la prensa se le regaña por que no hace su oficio como quisieran que lo hiciera, dedicando los espacios disponibles a hacer tan sólo panegíricos o porque calla acontecimientos que interesan a la sociedad.
Se dice de todo, en la entrevista, pero no se dice el porqué de la misma. No hay una razón válida que deje en claro cuál era la causa de que dos hombres de características tan disímiles se hubieran juntado en algún lugar. El periodista me recordó a Homero cuando relata cómo se metió Ulises en aquella caverna que ocupaba el gigante Polifemo, terrible cíclope, hijo del dios mitológico Poseidón, logrando salir ileso debido a una astucia poco común. La foto que aparece en la portada del magacín no deja duda sobre el encuentro-. Lo hubo y se dejó constancia en una gráfica, por si alguien llegara a dudarlo. En ella aparece el referido periodista en mangas de camisa, volteando a ver la cámara con sus 84 años de edad, un poco adelante del brazo del fugitivo, que lleva una camisola que le cubre el torso rodeándolo por los hombros, con una gorra cuya visera le ensombrece y oculta parte del rostro, con un mostacho que cubre su labio superior, nariz bulbosa y ojos que ven pasar los días con la filosofía del hombre que conoce su destino.
Ha sido dura la refriega. De los dos frentes se lucha sin cuartel ni tregua. Los jóvenes son la carne de cañón de un frente y otro. Y en efecto, no pasa un día sin que los televidentes nos enteremos de las cosas sangrientas que suceden en esta y otras ciudades del país. En este caso, el veterano periodista se arriesgó al cubrir una entrevista cuyo resultado incluyó en el último número de la hebdomadaria revista, de la que pudo resultar algo que iluminase el oscuro panorama que el común de los mortales estamos viviendo y que sólo logró decepcionar a los que esperaban declaraciones espectaculares que disiparan algo la oscuridad que suele rodear estos asuntos. Dijo algo que coincide con lo que le sucedió a Heracles cuando le cortó la cabeza a la mitológica Hidra de la laguna de Lerna, que a semejanza de los tentáculos de los pulpos marinos, cada vez que lo hacía le crecía una nueva; tenía incontables cabezas de serpiente. Se hizo sabedor de que los capos están en la mira de las autoridades, aunque señaló ya no son las figuras únicas de otros tiempos, sus sustitutos andan por ahí. Esto es, que cada capo encerrado, muerto o extraditado, tiene un relevo.
Dejemos por sentado que esta interviú, no es, no debe ser considerada como una apología del crimen. Todos sabemos quiénes son y qué representa la postura de cada uno de los protagonistas. Las respuestas del Mayo me hicieron recordar lo que al lobo de Gubbia, en el poema de Rubén Darío, dijo el santo Francisco de Asís cuando le halló en su madriguera. De lo que acá hago una resumida versión. Después de reconocer la mala levadura en el hombre, le soltó: paz hermano lobo. Tras breves razonamientos, agregó, dejarás en paz rebaños y gente en este país; y con el asentimiento de la fiera, le dijo, ante el Señor que todo ata y desata en fe de promesa tiéndeme la pata, el lobo tendió la pata al hermano de Asís que a su vez le alargó la mano. Se fue con él al pueblo. En ausencia del Santo, luego de pasado un tiempo, recibió las quejas de que la alimaña había vuelto a hacer de las suyas, por lo que se fue a la montaña, encontró al lobo perverso y le reconvino, ¿por qué has vuelto al mal? Como en sorda lucha, habló el animal, la boca espumosa y el ojo fatal, en todas las casas estaba la envidia, la saña, la ira y en los rostros ardían brasas de lujuria, de infamia y de mentira, en las disputas siempre perdían los débiles, ganaban los malos. Y recomencé a luchar aquí, a defenderme y a alimentarme, vete a tu convento, hermano Francisco, sigue tu camino y tu santidad.