El estratega del Santos tuvo un gran recibimiento por parte de la afición en el aeropuerto. (Jesús Galindo)
Se dice que la historia es escrita por los vencedores, los que se llevan las victorias en las grandes contiendas y que simplemente los que pierden son olvidados por la gente.
Pero en la Comarca no será muy fácil olvidar el descalabro que sufrieron la tarde de ayer en el Estadio Nemesio Diez los Guerreros del Santos Laguna al perder dramáticamente la final del torneo bicentenario 2010 ante los Diablos Rojos del Toluca.
Todo estaba listo para la fiesta, y a pesar de cargar con la derrota a cuestas, los aficionados salieron a ondear sus banderas con orgullo, así como también a cantar las canciones de su equipo con la satisfacción de que el equipo de sus amores entregó su corazón en la cancha.
Pero como todo en la vida tiene un inicio así como también un final y este sueño empezó con la presentación del actual timonel albiverde Rubén Omar Romano, quien con trabajo, entrega y mucho respeto a su profesión logró calificar en quinto lugar a la fiesta grande del futbol mexicano a los Guerreros.
Un factor importante en lo logrado fue la incorporación de algunos elementos que se sumaron a la lucha guerrera los cuales fueron: Felipe Baloy, Carlos María Morales, Jonathan Lacerda y Juan Antonio Olvera quienes contribuyeron a formar un equipo respetable, luchador, entregado, que ayer cayó en el partido más importante de la temporada.
Nadie imaginó que la gran final sería jugada por Santos Laguna ya que parecía que todo estaba en contra, pues sólo en muy pocas ocasiones Romano tuvo a los 22 jugadores que conforman el plantel verdiblanco, ya que las lesiones mermaron todo el torneo a jugadores como Ludueña, Morales, Ochoa, Estrada, Baloy, Lacerda y Rodríguez, lo que fue reflejado en la irregularidad a lo largo del torneo.
Pero el destino dictaba justicia para el equipo lagunero, ya que para la fase final el entrenador guerrero logró tener su plantilla completa para enfrentar los seis partidos más importantes del torneo, que fueron en la liguilla.
Pero hablar de la liguilla es hablar de otro torneo, ya que ésta se juega con algo más que futbol, se juega con pasión y carácter.
Y aunque no eran considerados como amplios favoritos, los Guerreros primero dejaron en su camino a los Pumas de la UNAM con un futbol eficiente que le valió el pase a la semifinal y fue en esta fase donde demostraron su gran capacidad de definición mostrando superioridad ante el rival en turno: Monarcas Morelia.
La final contra los Diablos Rojos del Toluca fue un partido muy abierto donde ambos equipos demostraron el porqué fueron los dignos finalistas y no bastaron los 120 minutos de juego para decidir al campeón del futbol mexicano.
En la tanda de penales hubo fallas que a la postre desencadenaron que Toluca lograra levantar la copa en su casa dejando así al equipo lagunero con el segundo lugar.
Podría pensarse que el Subcampeonato es un fracaso, pero también es cierto que la entrega del equipo estuvo en la cancha, el carácter, disciplina, entrega, pasión y coraje, estuvieron presentes en la final y sin dudarlo la afición lagunera debe estar orgullosa del Santos Laguna quienes murieron como auténticos Guerreros, en la lucha por darle un trofeo a sus seguidores. La era Rubén Omar Romano ha sido buena, pero aún faltan muchas cosas por escribir con letras doradas en la historia del Club Santos Laguna.