La exageración en los cuidados crea niños enfermizos
Todo en exceso hace daño y la sobreprotección de las madres a su hija o hijo no es la excepción, pues un niño sobreprotegido es un niño enfermizo y suele convertirse en un adulto desconfiado, poco seguro de sí mismo y hasta resentido con su madre.
El sicólogo Antonio Miranda Hernández explica que por lo general una niña o niño sobreprotegido tiene una madre que sufre de ansiedad o puede ser que sea una madre soltera que pretende llevar los dos roles y exagera en sus cuidados, incluso en ocasiones hasta rayar en lo patológico, sin permitirle al pequeño desarrollar su propia personalidad.
Una madre sobreprotectora le resuelve todos los conflictos a su hija o hijo y le va creando una dependencia anormal, lo cual hace que el pequeño vaya alimentando un resentimiento que se puede reflejar en la adolescencia y adultez, ya que no le dio oportunidad a su hijo de ser él, pues lo convirtió en una extensión de ella.
“El niño o la niña se convierte en una extensión de las expectativas e incluso de las necesidades de su madre y en extremos patológicos es un adulto desconfiado, ansioso y poco seguro de sí mismo y de sus debilidades”, destaca el especialista.
La madre sobreprotectora debe concientizarse que cada hijo es diferente, con sus necesidades específicas y, por lo tanto, debe respetar su personalidad y dejarlo ser.
Una de las consecuencias de la madre sobreprotectora es tener una niña o niño enfermizo, que termina por no desarrollar los anticuerpos en su organismo o sus defensas físicas. Suele suceder que un niño sobreprotegido sufra enfermedades psicosomáticas, es decir, de origen sicológico, no de origen físico.
“Es muy común que la niña o niño de madre sobreprotectora, a menudo padezca enfermedades respiratorias, como el asma e incluso de enfermedades circulatorias”, añade el sicólogo.
Un niño de madre sobreprotectora es un pequeño que llora mucho, no juega al igual que los otros niños, no corre como sus amiguitos “porque se puede enfermar”, o también se hace pipí en la cama todavía a los cuatro, cinco o seis años y en ocasiones hasta de más edad.
Las madres deben aprender a manejar su ansiedad y deben entender que todos los niños se caen en la bicicleta, al jugar, al correr y hay que vigilarlos, pero saber que ellos mismos deben aprender a cuidarse. “Las madres deben manejar su ansiedad”, enfatiza el especialista.
“Una madre debe tener claro que no toda la vida va depender de ella, que la niña o la niña deberá vivir su propia vida, tener sus propias experiencias, sus propios problemas y que va aprendiendo a resolverlos, que debe tener sus expectativas y es obvio que no son las de la madre”, puntualiza el sicólogo.
Advierte que de manera inconsciente, la sobreprotección de una madre hacia su hijo implica un tipo de agresión. “Según estudios de especialistas, estos hijos en el fondo no fueron deseados, aunque no en todos los casos, o pueden ser también de madres solteras o parejas disfuncionales”.
Temor y dependencia
Algunas de las características de los niños sobreprotegidos:
· Son niños nerviosos, tímidos e inseguros, tienen problemas para relacionarse con otros pequeños. Muestran una dependencia extrema hacia sus padres, aunque es más común hacia la mamá.
· Suelen sentir temor frente a lo desconocido y desconfianza ante cualquier actividad que deban emprender.
· Tienen poca tolerancia a la frustración. Quieren ganar a toda costa y cuando eso no sucede se enojan y explotan.
· Les cuesta tomar la iniciativa, permanecen quietos ante las dificultades y no asumen sus responsabilidades.
· Buscan la ayuda o protección de terceros. Además de sus padres, compañeritos de clase, familiares, hermanos mayores.
· Los niños sobreprotegidos sufren mucho cuando llega el momento de separarse de sus padres para ingresar a la guardería o el pre escolar. En ocasiones la mamá necesita acompañarlo durante los primeros días para hacer menos traumático el cambio.