Alto. El semáforo es ignorado si el conductor tiene prisa.
Pasarse el rojo
Fernanda, de 35 años, médico general y madre de familia, confiesa que se ha pasado en diversas ocasiones los semáforos en rojo por las mañanas, cuando va al trabajo, en una clínica de la región, pues casi siempre lleva prisa.
"No es excusa, ya sé, pero sí lo he hecho, varias veces", comenta, "tengo dos hijos chicos a los que a diario llevo a la escuela y luego de ahí me voy al trabajo, muchas veces hay tráfico y pues ha habido ocasiones en que sí me he atrevido a pasarme el rojo en algunas calles pequeñas y cuando no hay agentes viales cerca".
Asegura que se pone muy nerviosa cuando recurre a esta práctica y que no es algo que pase todos los días, pues está consciente de que corre el riesgo de chocar.
"Sí está mal, uno no debe hacerlo, jamás me he pasado un semáforo cuando traigo a mis niños, hace mucho que no lo hago ya pero sí es una falta que cometí", dice.
Robar electricidad
A Armando, de 40 años, le fue a reclamar su vecino que se robaba el servicio de televisión por cable de su casa y él lo negó, pero era evidente que su vivienda no contaba con la instalación y que se "colgaba" de la más cercana. Esto en un fraccionamiento residencial.
"Fue cosa de meses, el señor me pidió que le pagara y yo no tenía dinero, entonces le dije que no era cierto, que yo no sabía nada y él me amenazó con denunciarme porque dijo que le estaba afectando su señal", explica.
El problema no pasó a mayores porque Armando retiró el cable "colgado".
"La verdad es que yo no pensé que se fuera a dar cuenta, creí que podía compartir el servicio un tiempo, mientras me alivianaba en cuanto a dinero para contratar mi propio servicio, lo hice porque ya estaba desesperado de que mis hijos todo el tiempo me lo pedían", expone.
Fumar en lugares prohibidos
Raúl, empleado de 29 años, llega a la oficina dos horas antes que cualquiera de sus compañeros.
El joven cuenta que desde la adolescencia, acostumbra fumar un cigarro temprano cerca de las 8 de la mañana y el llegar al trabajo a las 7 no le ha impedido seguir con su rutina.
Explica que en el banco donde trabaja el aire circula muy bien y las oficinas son muy frescas y perfumadas, situación que aprovecha para fumar antes de que llegue el resto de sus compañeros, aun cuando sabe que no debería hacerlo, pues hay letreros que lo prohíben por doquier.
"No es de todos los días, muchas veces me salgo a un área de fumadores pero hay días en que me dejan muchos pendientes desde temprano y entonces sí he fumado en mi cubículo, pero no es de siempre y hasta ahorita, nadie lo ha notado", comenta.
Comprar piratería
Daniel, escritor de 30 años, es un aficionado a los conciertos y cuenta con una amplia colección de videos de sus grupos preferidos, que son cientos.
Aunque, en general, procura comprar productos originales, parte de su colección son copias "clonadas", que cuestan entre 25 y 30 pesos, mientras que los originales son mucho más costosos.
"Los vi al alcance y están más baratos, y más que 'piratas' los veo como buenas copias, grabados de buena calidad, son muchos conciertos los que me gustaría ver y no puedo comprar originales porque es mucho dinero, esas son buenas copias, 'clonadas'", explica el joven.
Sin embargo, en lo que a discos de audio se refiere, Daniel dice que prefiere lo tradicional y busca los empaques originales o, en su defecto, opta por tiendas que venden discos usados, pero que son los auténticos.
Tirar basura en la calle
Cuando a Jorge, de 38 años, abogado y padre de familia, se le ha ocurrido tirar basura en la calle, sus hijos son los primeros que le reclaman su falta de cultura y le piden que "no sea cochino".
"Ellos son los principales críticos de todo lo que hacemos mi señora y yo, entonces tenemos que portarnos bien porque, de lo contrario, se enojan", manifiesta.
Pero la "vigilancia" de sus niños no es permanente y el profesionista reconoce que hace dos meses, cuando se hicieron modificaciones a su casa, fue a tirar el escombro a un terreno baldío en la periferia de Torreón.
"La sociedad de vecinos de la colonia ya me estaba presionando mucho y fue lo que se me hizo más fácil, sí había escuchado de tiraderos para materiales de construcción pero también había oído que ya no operaban esos lugares, entonces entre que si o que no, yo ya tenía el problema encima y fue la solución más rápida que se me ocurrió", comenta.
Invadir espacios restringidos
Estefanía reconoce que se ha estacionado en lugares para personas con discapacidad, en espacios restringidos por hidrantes, sobre cruces peatonales e incluso en doble fila sobre avenidas principales.
"Sí lo he hecho pero nomás cuando voy rápido y me tardo dos minutos, nomás dejo mercancía y me voy", comenta. Ella tiene 30 años y trabaja en una empresa abastecedora de agua purificada.
Dice que, como los garrafones y demás productos que maneja van llenos, son pesados y su manejo debe ser directo a los negocios de sus clientes, pues de lo contrario, sería muy pesado cargarlos por un trayecto largo.
"No me paro en calles que estén muy estrechas y te digo que siempre me tardo muy poco, no me quedo platicando ni nada, nomás bajo las cosas y ya", comenta.
"Si tuviera un ayudante o algo así, pues a lo mejor no lo haría, y cuando los negocios tienen área especial para descargar, pues ahí me estaciono", indica.
Comprar alcohol a deshoras
Alejandro, estudiante de 24 años, reconoce que ha comprado alcohol fuera del horario permitido para su venta en Torreón.
"Antes era más porque andábamos de rol toda la noche, ahora ya no salimos tanto, nos reunimos en casa de algún amigo y cuando se acaba la cheve, pues hay que ir a traer más para seguirle", comenta.
Dice que la primera vez que fue sí estaba muy nervioso pero luego se dio cuenta de que en el negocio había muchos clientes, la mayoría de su edad.
"Es que hay leyes que ni siquiera deberían existir, por ejemplo, eso de que aquí no se venda los domingos, es una tontería porque sabemos que en Gómez venden y en Matamoros también, entonces lo único es que, si se vive lejos de las salidas de Torreón, pues vas con los clandestinos", dice. Alejandro dice que en los últimos meses ha tratado de no incurrir en esta falta y se previene con alcohol suficiente a horas adecuadas.
Sobornar a los policías
Ángeles, de 32 años, emprendedora que puso un negocio pequeño a finales del año pasado, dice que tuvo que dar una "cuota" a los inspectores del Ayuntamiento de Torreón para que le aprobaran el dictamen lo más pronto posible, pues ya le urgía que comenzara a operar su local.
"No es lo que uno quisiera, uno quiere que las cosas avancen rápido, que no haya burocracia, que los trámites salgan pronto, pero luego vas a poner tu negocio y te encuentras con que el funcionario tal te tiene que firmar y que hoy no puede porque le dolió la cabeza y ya se fue, y al día siguiente está en una reunión y así se la llevan", comenta.
Ángeles dice que nunca ha dado dinero a los agentes de tránsito para evitarse una multa, pero que comprende a quienes lo hacen con tal de evitarse la pérdida de tiempo en las oficinas municipales.
Hablar por celular al conducir
Aunque ya la han multado unas seis veces por hablar por el teléfono celular, Mari Tere, estudiante de 19 años, no deja de cometer la misma falta.
"Es que a veces me llaman y si no contesto se enojan, de mi casa sobre todo, y casi nunca traigo saldo, entonces ni cómo devolverles la llamada", dice.
Cuestionada sobre la posibilidad de estacionarse para contestar la llamada, la estudiante asegura que sí trata de hacerlo pero que muchas veces no alcanza a contestar.
"A veces sí contesto porque tengo el celular a la mano y les digo 'espérame', entonces me estaciono y ya no hay problema, pero a veces es desde que el teléfono está en la bolsa y voy manejando y al mismo tiempo con la mano recorriendo la bolsa para encontrarlo", manifiesta.
Dice que esto le ha costado, en seis ocasiones, su mesada, pero que la mayoría de las veces, no pasa nada.
Circular en sentido contrario
Rubén, de 38 años, es taxista desde hace 10. Dice conocer todas las rutas y los accesos más rápidos para llegar de un punto a otro en la ciudad de Torreón.
Confiesa que no siempre se trata de velocidad, de aprovechar las vialidades principales y evitar los semáforos, sino que también ha infringido la Ley en cuanto a pasarse Altos e incluso circular en sentido contrario en algunas calles por tramos cortos.
"Sí ha habido veces en que me he ido en sentido contrario, es que hay sitios donde de plano no deberían haber hecho eso, donde no hubo planeación, están mal diseñadas, puros rodeos", dice.
Cita como ejemplo el bulevar Torreón-Matamoros, de la entrada a Jardines Universidad al puente de San Miguel, cerca de dos cuadras donde opta por circular de Oriente a Poniente, a pesar de que por esta vialidad van tráileres, camiones de pasajeros y mucho automovilista.
Transitar sin placas
Alicia, de 48 años, trabaja en un negocio en el Centro de Torreón, donde está cerca de cumplir 20 años.
Le tocó estar en este sitio desde antes de que instalaran los parquímetros, por lo que solía estacionar su automóvil cerca de la tienda donde atiende, pero desde que colocaron los aparatos decidió que ello afectaría mucho su economía y decidió que no le colocaría monedas.
"Pensé que iba a salir muy caro y me queda muy lejos estacionarme donde no hay parquímetro, entonces de plano le quité las placas al coche y a veces sí se las pongo, cuando salimos de la ciudad o los fines de semana, pero casi siempre las dejo adentro para que no me las quiten los inspectores", manifiesta.
"Sí me ha pasado que me detienen los tránsitos, pero casi nunca, y cuando es así, les digo que no sean malos, que sí tengo placas pero que es por los parquímetros".