Se ha dicho hasta la saciedad que un expresidente de la república debe oscurecerse para que el que viene a ocupar el lugar que deja vacante, pueda brillar ejerciendo con plenitud el mando, dado que el sistema político en nuestro país, es de tal forma sui géneris, que quien termina sigue conservando tal vigor político que con sus palabras pudiera provocar un sisma en la organización gubernamental vigente, si se empecina en hacer declaraciones con cierta carga de reproche para el que se encuentra luchando en mantener un orden entre las diversas fuerzas políticas del país. Así lo entienden quienes desde el sector privado de una manera u otra aprueban el quehacer del poder político, no siempre de buena gana, sino hasta por simple conveniencia. Las medidas que toma un Presidente para atacar las lacras que estorban un rumbo económico a la nación, no siempre reciben el apoyo de la sociedad, pero sin embargo, se asume que se está actuando en beneficio de todo el tejido social.
La última vez que dos presidentes se encontraron arriba de un cuadrilátero fue cuando le mandaron un oficial del ejército a Plutarco Elías Calles con órdenes estrictas de "invitarlo" a que abordara un avión que lo sacaría del país. Eran los fabuloso tiempos del Maximato cuando el "Turco" manejaba el país a su antojo. El presidente Lázaro Cárdenas lo mandó al exilio. En fecha más reciente, al principiar el sexenio del presidente José López Portillo con fastidio evidente le reclamó a Luis Echeverría, "tú también Luis", referido a las críticas que en esos días se habían manejado en los foros políticos. Luego sería enviado como embajador a los países del tercer mundo y posteriormente ante la UNESCO y Australia. La cosa era quitárselo de encima. Estas citas están hechas a propósito del diferendo escenificado por el mandatario Felipe Calderón y su antecesor Vicente Fox acerca de la legalización o no de las drogas. Lo primero, dijo Fox, es que durante su sexenio no se vivían los niveles de violencia que se viven hoy, existiendo un equilibrio que actualmente se ha roto, proponiendo que, para acabar con la rabia social que campea en las ciudades, se debe legalizar las drogas, cobrar un impuesto por su comercialización y retirar el ejército de las calles. Estas propuestas, su sola enunciación le cayeron como bomba al actual Jefe del Gobierno.
En los últimos días las discusiones entre ambos acusan un elevado nivel de violencia que lo único que logran es enrarecer el ambiente político. Fox cuestionó a Calderón "que si va a gobernar, hay que hacerlo bien y tener éxito y resultados, porque la gente juzga y en las urnas se expresa", esto le cayó al gobierno de Calderón como lloverle sobre mojado, pues acababan de pasar las elecciones en que el PRI ganó la mayoría del Congreso y varias gubernaturas. Habrá que pensar que tras candentes declaraciones hay algo más que se logra apreciar para un mediano observador. Los dos que contienden tienen la mirada puesta en el control del Partido Acción Nacional pues ahí se definirá la candidatura del hombre o mujer que competirá como abanderado para la Presidencia de la República.
Pero ¿qué hace un ex Presidente tratando de doblarle el brazo al Presidente en turno? Cualquiera que sea el resultado, las vencidas lo único que van a lograr es debilitar a quien obtenga el encargo de figurar como candidato. Leí o escuché un comentario, que viene a pelo, a propósito del agarrón entre los dos panistas, de Luiz Inacio Lula da Silva, todavía sentado en la silla presidencial de Brasil, que habría dicho: "Un expresidente de la República no indica, ni veta: sólo da consejos... si acaso se los piden". Van varias veces que le dicen a Fox que haga mutis, a lo que contesta que como cualquier ciudadano tiene el derecho legítimo de opinar. En eso se equivoca él no es un ciudadano cualquiera, sino un expresidente que le debe a su partido la postulación que hizo a su favor, sin la cual sería fecha que aún seguiría vendiendo Coca Cola. A lo otro se le llama ingratitud, o deslealtad o desagradecimiento, o de plano, hacer labor de zapa.