Las autoridades de todos los niveles han dejado en el abandono a la Comarca Lagunera en la ola de inseguridad, pese a crecientes evidencias de una descomposición de instituciones y una ofensiva de grupos criminales.
La atención de medios de comunicación nacionales e internacionales se ha enfocado sobre La Laguna y en todas partes parecen advertir la grave situación de inseguridad, excepto en las esferas de la Federación y los gobiernos estatales y municipales que han estado ausentes sin asumir la responsabilidad de restablecer la seguridad en la región.
Diarios como El País de España, o el New York Times, Los Angeles Times y Wall Street Journal de Estados Unidos han reportado a nivel internacional la inseguridad en La Laguna, incluyendo casos de secuestro, mientras a nivel local la cobertura se ha limitado debido a un clima de temor a represalias por parte de grupos delictivos que han robado a la sociedad su derecho a estar informada.
Esto es una consecuencia directa de la indiferencia de autoridades en todos los niveles, que prefieren politizar el tema de la seguridad, buscando siempre culpables en otro lado.
Ni los homicidios múltiples ni las revelaciones de complicidad entre autoridades locales y el crimen han provocado una respuesta de las autoridades similar a las acciones lanzadas en otras partes del país. Los refuerzos policiacos y militares no han sido suficientes para dar una batalla efectiva a los grupos que actúan en la región.
Los gobernadores de Coahuila y Durango prefieren alejarse del problema, limitándose a declaraciones que buscan endosar las responsabilidades a otra parte. Mientras tanto, en el Gobierno Federal no parece existir una conciencia real sobre la situación regional, suficiente para hacer a un lado a las incapaces autoridades locales y atacar la ola de violencia de una forma más directa y efectiva. El Presidente Felipe Calderón ha estado ausente del problema en La Laguna de una forma que contrasta con el nivel de atención prestado a otras zonas del país.
La Laguna está abandonada, con una sociedad temerosa para recuperar los espacios que le pertenecen y sin esperanzas de que sus autoridades puedan trabajar junto a los ciudadanos para atacar el problema.
