Usted conoce la Plaza de Armas de Torreón, centro de convivencia de los laguneros, que ha servido para muchos propósitos, además de paseo público; entre ellos: tristemente, las vendimias de alimento chatarra y juguetes de importación, o como patio de baile para mayores de edad, hecho que se justifica con ver a los mayores alegres.
Ubicada desde en 1887, en los primeros trazos del ahora centro comercial de la ciudad, inaugurada en 1898 y pavimentada en 1906, también ha servido como punto de reunión para mítines políticos; como aquél efectuado en 1910, durante los festejos del Centenario de la Independencia de México, encabezado por Orestes Pereyra y sus dos hijos, además de Agustín Castro, Gregorio García y Antonio Palacios, entre otros, preludio de la participación de los laguneros en la Revolución Mexicana.
Últimamente es lugar de cita para los porristas del Santos Laguna, que desde temprana hora se reúnen ensayando saltos, gritos y cantos, en tanto arriban otros compañeros, quienes servirán de animación durante el partido de futbol.
En ella sobreviven cuatro hermosas copias de fuentes donadas en 1907, por la Colonia Alemana, dedicadas a Tritón, Querubín, Heraldo y Sirena, que no lucen todo el arte que contienen debido al descuido, maltrato y suciedad a que las han sometido anteriores autoridades.
Seguramente usted sabe su verdadero nombre: Plaza Dos de Abril, que conmemorara ese día, del año 1914, fecha en que culminó la tercera y última Toma de Torreón, por las fuerzas revolucionarias encabezadas por Francisco Villa, acompañado por su brazo derecho Felipe Ángeles, -verdadero estratega, maestro de artilleros europeos, que vinieron a aprender su técnica- Maclovio Herrera, Eugenio Aguirre Benavides, José Isabel Robles, Tomás Urbina, Raúl Madero y Severiano Ceniceros, entre otros; puros nombres de "escuelas y calles", como dijera uno de mis hijos.
Coincidentemente, el mismo día de aquel año, dio inicio la Primera Guerra Mundial.
La Toma de Torreón, afirmó la egolatría de Francisco Villa y fortaleció el distanciamiento entre éste y Venustiano Carranza, rompiendo relaciones y enfrentándose militarmente años después, siendo el Héroe de Cuatrociénegas defendido por Álvaro Obregón, uno de los beneficiados con el movimiento armado mexicano.
Según Roberto Guzmán Quintero, miembro del Consejo de la Crónica de Tampico, en esa tercer batalla, que duró una semana, participaron miles de soldados por ambas partes, quedando al final, un saldo de 1,781 muertos, 1,937 heridos revolucionarios, 2,630 muertos y 3,257 heridos del Ejército Federal, comandado por el general José Refugio Velasco. Son interesantes las cifras de 1,491 prisioneros y 1,500 desertores.
La Plaza Dos de Abril, vivió esos tiempos, viendo cómo la caminaban durante las tardes laguneras, soldados esperando nuevas órdenes y civiles laguneros paseantes.
Tenía la particularidad -hasta el año pasado, cuando se mudó parte de la Administración municipal al edificio del Banco de México-, de no estar rodeada por edificios públicos de servicios, tales como presidencia municipal o iglesias católicas principales; tampoco, por las razones expuestas, fue punto de inicio o final de paradas militares o deportivas en fechas conmemorativas.
Otra muestra de laguneros, haciendo siempre las cosas a nuestra manera.
Cuando vivió sus mejores días y galas, fue centro de reunión de familias que acudían a ella a disfrutar el "fresco de los veranos laguneros" o ver pasear a jóvenes en "edad de merecer"; los varones en un sentido y las damitas solteras en el opuesto, encontrándose de tramo a tramo, intercambiando lánguidas miradas y saludos, quizá más comprometedoramente, las mujeres aceptando una flor, señal de acuerdo y compromiso para profundizar en las relaciones humanas.
Algunos, ahora abuelos, conquistaron ahí a sus parejas, simientes de familias laguneras.
También habrá que recordarla como escenario de hechos violentos que marcaron nuestra historia, desafortunados como la matanza de chinos, que fueran o no culpables de agresión, terminaron asesinados.
Puig, dice fueron trescientos dos de ellos, baleados o lanzados desde la azotea del entonces Banco Chino.
En contraparte, sirvió de punto de reunión para festejar el final de la recolecta del "oro blanco" y la "vendimia lagunera", al ser, por algunos años, sede de la "Feria del Algodón y de la Uva"; los de mayor edad llegamos a disfrutarla en su concepto original, con exhibiciones industriales, ganaderas y comerciales, engalanadas por reina y princesa, elegidas entre damitas de la ciudad.
Ni donde cabe: nuestra historia breve es rica, llena de anécdotas interesantes y la Plaza de Armas: "Dos de Abril", envolvió buena parte de ellas.
¿Hasta cuándo conservaremos y mantendremos con dignidad nuestras construcciones y monumentos?
Le toca reaccionar a las autoridades recién electas -¿Ahora sí, Lalo?-; ser sensibles y responsables de preservar nuestras memorias históricas.
Le pido estar atentos, más hoy en día, que pretendiendo recuperar el "Centro Histórico de Torreón", terminaron afeándolo, hasta con avenidas desniveladas, ajenas a nuestro contexto cultural y social.