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La Revolución bajo la lente

Fotografía tomada en 1912 por Hugo Brehme en la que aparece Francisco I. Madero con Sara Pérez, su esposa, en un banquete.

Fotografía tomada en 1912 por Hugo Brehme en la que aparece Francisco I. Madero con Sara Pérez, su esposa, en un banquete.

EL UNIVERSAL

Si en un primer momento el paisaje campirano de México, sus montañas y volcanes, sedujeron al fotógrafo alemán Hugo Brehme, afincado en el país en la primera década del Siglo XX, la Revolución y hechos específicos como la Decena Trágica, habrían de ampliar su "objetivo" visual.

Brehme, considerado uno de los artistas de la lente más influyentes en las posteriores generaciones de fotógrafos, grabadores y pintores del país durante la primera mitad del Siglo XX, creó uno de los más importantes testimonios visuales en torno de la lucha revolucionaria.

Alrededor de 90 imágenes de ese acervo se presentarán en la exposición Hugo Brehme y la Revolución Mexicana, que se presentará en México en el Museo Franz Mayer.

Tras presentarse en la Biblioteca Pública de Jalisco "Juan José Arreola" y en la Fototeca del Centro de las Artes de Monterrey, la exhibición llega al Distrito Federal. Se trata de una muestra curada por Mayra Mendoza Avilés, subdirectora de la Fototeca Nacional, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Las imágenes provienen de la Fototeca, con sede en Pachuca, Hidalgo, así como del Instituto Ibero-Americano en Berlín y de los museos Franz Mayer y de Etnología de Hamburgo.

La exposición incluye imágenes de episodios importantes de dicho periodo, entre ellos, la Decena Trágica, la Intervención norteamericana en Veracruz, así como de las tropas federalistas y revolucionarias. Al mismo tiempo, es un retrato sinigual de la sociedad de este país en uno de los momentos de mayor transformación y convulsión.

Al presentar la exposición en otras ciudades, Mayra Mendoza Avilés destacó que el conjunto de las fotografías de Brehme en torno de la Revolución Mexicana convierten al alemán en el mejor hacedor de imágenes de este periodo.

Explicó que las imágenes de la Revolución capturadas por Hugo Brehme, son puestas en escena de una violencia implícita, de una composición perfecta propia del fotógrafo de estudio.

La investigadora ha dicho que las fotos de la exposición ofrecen un ángulo poco conocido de la obra del artista alemán, más identificado por sus vistas pintorescas sobre México en los años 20 del siglo pasado.

"La exposición nos acerca a un fotógrafo que ve trastocado el orden social, y aunque no represente el grupo social en el poder, no se acostumbra a ello. Ve que suceden cosas, ve que hay violencia, sin embargo, nunca retrata la sangre. En estas imágenes hay una perfección estética, una composición muy precisa del autor. No son las imágenes de los cañonazos, de P. Flores Pérez, de Sabino Osuna, son previas o posteriores a la escaramuza". Para la investigadora, Brehme logró imágenes estéticas aun cuando se tratara de los destrozos de la Quinta Colorada, durante la Decena Trágica.

En la exposición figuran, por ejemplo, imágenes de soldaderas y federales en Xochimilco; de las entradas de Venustiano Carranza y de Francisco Villa a la Ciudad de México, de cadáveres durante la Decena Trágica, de los hermanos Emiliano y Eufemio Zapata con sus esposas, de marinos estadounidenses y alemanes instalados en buques en el puerto de Veracruz, en 1914.

La muestra, que se presenta en el marco de los festejos por el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución Mexicana, representa un recorrido fotográfico por diversos escenarios de la Revolución y algunos personajes que participaron en ella.

 LOS PASOS DE UN VISIONARIO Nacido en Eisenach, Alemania, en 1882, Hugo Brehme llegó a México a mediados de la primera década del siglo pasado, se dice que en 1905, aunque otras fuentes hablan de 1906.

En todo caso, hasta su muerte, en 1954, retrató el país como pocos y creó una variedad de obras que hoy son testimonio de la historia de México. Su primera producción era de la geografía nacional, en donde mostró la diversidad y belleza de los campos y montañas.

Una siguiente faceta, fue más de tipo social y es hoy todo un registro de acontecimientos históricos.

Su contribución también está en el desarrollo de la tecnología, pues introdujo de las modernas técnicas pictorialistas y los virados con ácidos y filtros, que enseñó un joven discípulo, quien le acompañó en sus excursiones fotográficas dominicales hacia 1920-1921, se trata de Manuel Álvarez Bravo.

Benigno Casas, artista visual y editor, escribió sobre Brehme que él contribuyó "a la generación de nuevos imaginarios de reafirmación cultural nacionalista, que tuvieron expresión lo mismo en las escuelas de pintura al aire libre, que en el muralismo, el Taller de Gráfica Popular, la filmografía de Sergei Eisenstein o los trabajos tempranos de fotógrafos como Gabriel Figueroa, Juan Rulfo, Manuel Álvarez Bravo y Mariana Yampolsky". Mucho de la obra del alemán se presentó a través de las tarjetas postales, en las que difundió su amplio repertorio de paisajes campiranos y urbanos, lo mismo que de tipos mexicanos.

Buena parte de su fotografía sobre el país la reunió él mismo en 1923 en el libro México pintoresco, editado en Berlín. Es una publicación que incluye 197 fotografías, la mitad de vistas de la Ciudad de México y alrededores, y algunas del norte del país y de Yucatán.

 AVENTURERO Y ARTISTA En Alemania, del excursionismo y el paisaje, Brehme pasó a aficionarse a la cámara, que estudió en la escuela de fotografía de Erfurt, como lo describe Casas en el texto "Hugo Brehme y su contribución al paisaje mexicanista".

Viajó por varios países de África, pero debió regresar a Europa cuando se enfermó de malaria; poco después, eligió a México como destino.

En sus primeros años en el país, impresionado por las montañas y los alrededores de la Ciudad de México, captó la geografía. Una afición similar a la de los viajeros europeos de siglos anteriores. Para Hugo Brehme "lo más sublime que puede ofrecer este país tan rico en hermosos paisajes, son sus montañas cubiertas de nieve eterna".

En su texto, Casas escribe que en "en la fotografía paisajística de Brehme se conjugan estos dos sentidos de la tradición europea decimonónica, y por eso tiene el valor agregado de lo sublime, que la lleva más allá del mero acto reproductor de la realidad".

Brehme creía que el deber de la fotografía consistía en "ser la servidora más humilde, como la imprenta y la estenografía, que ni ha creado ni suplantado a la literatura. Que enriquezca con rapidez el álbum del viajero y preste sus ojos a la precisión que faltaría a su memoria, que adorne la biblioteca del miniaturista, exagere los animales microscópicos, fortalezca incluso con algunas enseñanzas las hipótesis del astrónomo; que sea, en fin, la secretaria y el archivo de quien necesite en su profesión de una exactitud material absoluta".

Durante la Revolución Mexicana, Hugo Brehme dio un giro en sus obra para captar más la sociedad y los conflictos que se suscitaron.

"Para las primeras décadas del Siglo XX -escribe Casas- resultaba ya imposible separar del paisaje elementos como naturaleza, sujeto y sociedad, y eso mismo quedaría de manifiesto en la producción fotográfica de Brehme durante los candentes años de lucha revolucionaria y, particularmente, en el periodo posterior a ésta, que le tocó vivir con mayor impulso creativo con el fragor cultural promovido desde la Secretaría de Educación Pública vasconcelista".

Durante la lucha revolucionaria, tomó fotos de las tropas federales y de los contingentes zapatistas, del general Emiliano Zapata, con quien se dice que llegó a tener cierta empatía.

"Registró los tumultos sociales acontecidos en 1911 en la Ciudad de México, lo mismo que los efectos de la llamada Decena Trágica, en su entorno urbano, con la que se dio fin al régimen de Madero. Se afirma que por esos años colaboró para la Agencia de Información Fotográfica de Agustín Víctor Casasola, lo que explica la inclusión de algunas imágenes suyas en los archivos de esa agencia resguardados por la Fototeca Nacional", escribe al respecto Casas.

En 1912 Brehme abrió un estudio de fotografía en la primera calle de San Juan de Letrán número 3 en la Ciudad de México, donde dio a conocer sus primeras postales, en blanco y negro.

 EN TONOS SEPIA

Comenzó a distribuir sus tarjetas postales, pero también cámaras. En 1920, trasladó su estudio a la calle Cinco de Mayo: Fotografía Artística Hugo Brehme. Sus trabajos se publicaron en revistas mexicanas, como Helios y Revista de Revistas, y extranjeras, como Mexican Life y National Geographic.

Casas escribe que Brehme "popularizó tanto la fotografía y su nombre en el país y allende las fronteras, que la crítica actual coincide en señalarlo como el máximo exponente del pictorialismo mexicano".

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