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La revolución digital

ANTONIO ROSAS-LANDA MÉNDEZ

Chicago, Illinois.- En octubre de 2001 la compañía estadounidense Apple revolucionó la industria del entretenimiento con un artefacto capaz de archivar gran cantidad de información. Con la llegada del iPod, las ventas de música transitaron de discos compactos a archivos digitales. Ahora, su catálogo incluye películas en alta definición y definición estándar, series de televisión, audiolibros, y hasta conferencias de las mejores universidades estadounidenses que sus clientes pueden adquirir en la tienda virtual iTunes.

La innovación de Apple se ha extendido a otras industrias y mercados haciendo de los archivos digitales la herramienta del conocimiento del mañana, sino de hoy. Los libros empastados están condenados a la extinción pues el lector digital Kindle, del gigante de ventas al menudeo Amazon, comerció por primera vez esta época navideña más copias de libros digitales que de versiones tradicionales.

Lo que ocurre es que estamos ante la revolución del conocimiento que usa los archivos digitales como moneda de cambio. Estos archivos, que bien pueden contener una canción de salsa o un libro de los clásicos griegos, viajan a través de conexiones celulares inalámbricas, o de una conexión wi-fi, hasta una computadora, teléfono celular, lector digital, entre otros gadgets.

Con los archivos digitales se eliminan los intermediarios del mercado que son vitales para entregar un producto físico como: el transporte, los materiales de empaquetamiento como cartón y plástico, etc. Por ello, es claro que benefician al medio ambiente pues prescinden de los eslabones contaminantes de la cadena productiva, al tiempo que recortan costos que benefician al consumidor.

Hoy los lectores digitales parecen artefactos futuristas destinados a las clases altas pues sus precios oscilan entre los 250 y los 300 dólares. No obstante, la masificación de los iPods ha demostrado cómo el mercado contribuye al abaratamiento de estos artefactos ya que en los últimos años estos productos de Apple redujeron sus precios un 20%.

Con los lectores digitales usted se puede olvidar de comprar un librero pues tanto el Kindle como su competidor, el Nook, de la librería más grande del mundo, Barnes & Noble, pueden conservar en su memoria al menos 1,500 libros.

Ya que en Estados Unidos estos productos están teniendo un gran éxito, pienso que en México bien harían en diseñar una estrategia para estimular la industria de los archivos digitales destinando parte del negocio al beneficio de las comunidades más necesitadas. Es decir, ya no tenemos que ir cargando un libro desde la capital hasta una biblioteca rural en Chiapas si, en lugar de estantes vacíos y empolvados, se adoptan los lectores digitales como herramientas del conocimiento.

Un libro digital cuesta en promedio 10 dólares mientras que la copia dura tiene un precio entre los 15 y 25 dólares. Si de verdad la clase intelectual y el Gobierno están preocupados por hacer de México un país de lectores, entonces deben abrazar las nuevas tecnologías para lograr el objetivo. Las razones son muchas: son más económicas, contaminan menos, los contenidos llegan al instante, y ofrecen opciones muy superiores de portabilidad de la información con respecto a los métodos tradicionales.

México tiene un ejemplo de la aberración, corrupción e ineficiencia pública en la monumental e inútil biblioteca José Vasconcelos, construida en el sexenio de Vicente Fox. El país no necesita un mausoleo educativo ubicado en el corazón de la Ciudad de México, que es la urbe donde más acceso a la información hay. La idea es hacer de la cultura un bien asequible a las comunidades apartadas, no concentrar los archivos secretos en Buenavista o en la UNAM. El conocimiento es un derecho de todos los mexicanos.

Ahora que Apple lanzó su tienda virtual iTunes-México es un buen momento en el que la creatividad pública y empresarial encuentren incentivos para que esta compañía incluya contenidos de calidad sin costo de las mejores universidades de México a sus clientes, como ocurre con Harvard, Yale, y otras entidades, en iTunes-Estados Unidos.

Gracias a los archivos digitales el conocimiento está más al alcance que nunca. México está a tiempo de desarrollar una estrategia que revolucione el acceso a la educación para que nuestro país sea más competitivo a nivel internacional.

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