Los Ángeles.- La "Temporada Idiota" (The Silly Season) es una expresión que la política norteamericana aplica a la época electoral intermedia entre dos sufragios presidenciales. Pocas temporadas la han merecido más que la actual carrera hacia las urnas el próximo 2 de noviembre.
La siempre admirable Sarah Palin, que renunció a la gubernatura de Alaska para hacer publicidad política acumulando (hasta el día de hoy) doce millones de dólares, inicia mi recuento de tonterías. La señora Palin se refiere sin cesar a los Founding fathers, es decir, los patriotas fundadores de la nación en 1776. Un entrevistador le pidió que nombrara a los "fundadores". La señora Palin guardó silencio. Por más que use la expresión "padres fundadores", no sabe el nombre de uno solo.
Después de un largo silencio, logró murmurar: "Washington". O sea, desconoce a Jefferson, Franklin, Madison, Hamilton, pese a que estos héroes tienen estatuas, avenidas, escuelas y hasta autobuses que los recuerdan. Recordemos, por nuestra parte, que esta es la misma Sarah Palin que acusa a Barack Obama y a los demócratas de ignorar la historia de los Estados Unidos.
La ignorancia de la derecha llega hasta afirmar que Obama no es norteamericano, que es un islamista secreto y, aun, que es socialista o, acaso, comunista. Bueno, en los Estados Unidos hay un público que siempre ha necesitado un "villano", un malo de la película. El cine documenta esta verdad. En la era silente, los alemanes del Kaiser y los mexicanos de Pancho Villa cumplieron esta función maniquea (los alemanes eran "Bosh", los mexicanos "greaser"). Les sucedieron los nazis, los comunistas, los coreanos, los chinos, los vietnamitas y, ahora, los musulmanes.
Todo musulmán es un terrorista, afirmó el terrible Bill O'Reilly en el programa de TV de Barbara Walters, provocando la salida de dos mujeres panelistas. Juan Williams, comentarista de la cadena NPR comentó que cuando una persona con vestimenta árabe se sube a un avión, Williams se siente nervioso. Cabe preguntarse si un terrorista musulmán viaja vestido de musulmán. Más bien, ¿no busca el terrorista ser como todo el mundo a fin de no ser identificado? ¿Por qué, volviendo a Williams, habría de identificarse como tal un terrorista? Paranoia. Maniqueísmo. Enfermedad.
La satanización de Islam es hoy el cable eléctrico de la derecha extrema en los Estados Unidos. Un pastor de la Florida quema en público el Corán. El centro islámico cercano al World Trade Center de Manhattan hubo de desplazarse. Las comunidades islámicas en los Estados Unidos se sienten amenazadas. Incluso hay comunidades sin musulmanes, pero que la fobia identifica como islámicas.
Pero los ataques religiosos y racistas no son nada comparados con los ataques políticos personalistas, aunque Rand Paul, candidato republicano al Senado por Kentucky fue señalado por su oponente demócrata como un "budista" que obliga a las mujeres a hincarse, atadas, ante un ídolo. Claro que esto sucedió hace tiempo, cuando Rand era un estudiante "vacilador". Hoy, es artillería de campaña contra el buen Rand Paul, que es sólo un buen protestante y padre de familia.
Sobresalen en esta "temporada idiota" la campaña por el gobierno del estado de Nueva York. El contrincante republicano, Carl Palladino, vocifera contra "el gobierno" en general y los "gays" en particular. Al rato, el señor Paladino se excusa del debate alegando que debe orinar. En su lugar quedan un pantera negra disfrazado de Nehru y un afroamericano cuyos bigotes se trenzan con barbas y éstas con cabellera y cejas, disfrazándolo. Se llama Jimmy MacMillan y encabeza el "Partido de la renta demasiado alta". Hasta que una reportera del New York Times descubre que MacMillan vive en un departamento donde no paga renta.
Añádase a este cóctel neoyorquino a Kristin Davis, dueña de casas de prostitución, que se defiende de ser llamada "puta" y pide que se le diga "madame". Con razón el candidato demócrata y seguro vencedor, Andrew Cuomo, sonríe y no dice nada.
Las cosas se complican en Colorado, donde el republicano Cory Gardner se opone a dos candidatos llamados "Markey". Betsy Markey se opone a Obama. Ed Markey es pro-Obama. No basta esta distinción. Betsy debe aclarar que ella usa aretes, pero no usa corbata. Ni aretes ni corbata le interesan a Tom Tancredo, el feroz candidato a gobernador en Colorado, cuya agenda incluye bombardear a la ciudad sagrada del Islam, la Mecca y deportar a doce millones de trabajadores migrantes.
En Alaska, entre tanto, el candidato del Tea Party, Joe Millar, se niega a contestar preguntas, se opone a las compensaciones contra desempleo, pero oculta que su esposa las recibe. Manda atar de manos a un reportero demasiado preguntón y olvida que Alaska depende en un 40% de la ayuda del gobierno y que sus yacimientos petroleros son estatales.
Más cómica es otra candidata del Tea Party, Christine O'Donnell, por Delaware. Fue "bruja" aunque ahora lo niegue. En un debate televisivo pidió que no se separasen la Iglesia y el Estado, "como quieren los socialistas". Cuando se le indicó que la Constitución de los Estados Unidos separa a la Iglesia del Estado, O'Donnell persistió, incrédula, en el error antes de hundirse en la confusión.
El Tea Party reúne a los más vociferantes -e ignorantes- opositores a Obama. Se sabe que se oponen a todo, pero no qué cosas favorecen. Contra todo, pro nada. Salvo en política exterior, donde el Tea Party se divide en aislacionistas e intervencionistas. Todos se oponen a la Naciones Unidas y a la Organización Mundial del Comercio. Y desde el Congreso, sus miembros electos votarán en asuntos como Iraq, Afganistán, Rusia, China y el Oriente Medio. A tomar té.
Obama debe congratularse. Las victorias del Tea Party dividirán al Partido Republicano y apartarán de éste al voto independiente, que es el que decide las elecciones. En la oposición pura, el Partido Republicano se ha opuesto a todas las iniciativas del presidente, con ánimo rencoroso. Ahora, el Partido Republicano, al menos en la Cámara de Representantes, tendrá poder, pero también división. Ahora Obama podrá negociar con los republicanos moderados.
Cuando Thomas Jefferson le explicó a George Washington que colaba el té para quitarle amargura, el primer presidente de los Estados Unidos dijo que para eso existía el Congreso: para quitarle amargura a las iniciativas del Ejecutivo. Sin duda, Obama ha aprendido esta lección.
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Nota: escribo desde Los Ángeles y si pudiese votar le daría mis sufragios a Jerry Brown como gobernador y a Barbara Boxer para el Senado. Como yo, ciudadano mexicano, no puedo votar, insto a mis compatriotas mexicoamericanos a hacerlo por Brown y Boxer.