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La vida

El Filósofo de Güémez

RAMÓN DURÓN RUIZ

Hoy, con la confianza que cada mañana le otorgas a este viejo campesino, te solicito un favor, ten la visión, la alegría de amar, de respetar, admirar, adorar, querer y mimar a la persona más espectacular que hay en el universo, un ser único y excepcional que te acompañará durante toda la vida, ese que sabes que siempre será tu refugio en tiempo de adversidad, de tormenta o de dolor... tú mismo.

Sé de esos seres espectaculares que viven cada instante de su vida a plenitud, de aquellos que gozan cada momento como si fuese el último, que aman todo lo que les rodea, que lo que tocan lo dejan impregnado de un haz de luz maravilloso de amor.

Confiérete la tarea de ser de esos seres que dejan pintada su faz en la faena diaria, de aquellos que se entregan con pasión a la tarea encomendada, de esos que tienen la inteligencia de celebrar el milagro de la vida con amor y una sonrisa, de gozar la amistad y la salud, la llegada y la partida, el principio y el final.

Celebro que tú seas de esos seres maravillosos que aman y respetan ad perpetum al mejor compañero de viaje... su cuerpo, de los que tienen la inteligencia de viajar ligeros de equipaje, sin el peso excesivo del reproche o el desánimo que sólo conducen al país de nunca jamás, tómate tiempo de viajar a la patria de la alegría, de la oración, del amor, de la esperanza, de la fe, del perdón... ahí donde la culpa se extingue.

Hoy, sólo por hoy, te pido amorosamente que seas de esos seres maravillosos que por donde pasan dejan huella fecunda, de esos que hacen de la vida un festín de amor y bienaventuranza, de esos que a cada paso del camino dicen y expresan los profundos sentimientos de amor que sienten, esos que vibran en lo más íntimo de su ser con la alegría de saber que están hechos a imagen y semejanza del Creador.

Sé de los seres que son discretos, que perdonan fácilmente una ofensa y que aprovechan el tiempo porque saben que sirve para construir su historia. De esos seres maravillosos que saben que la vida no se mide por el reloj que portas, o por el auto nuevo que posees, la casa lujosa que tienes o la ropa de marca que llevas puesta, sino que la vida se mide por los suspiros que lanzas al viento cuando ves al ser amado, por las palabras de aliento a tus seres queridos, por el abrazo pleno de amor a quienes son tus compañeros de viaje en esta vida.

Gracias por ser de esos seres espectaculares que saben que sólo tienen una vida para vivirla y que además de gozarla y ser felices, la viven con la plenitud del Sol, de esos seres que vibran con la gratitud al Señor por el milagro del nuevo amanecer, de esos seres que agradecen la vida y la salud, el techo y el pan, la amistad y los encuentros, de esos que disfrutan la abundancia de bienes que el universo les provee y no de aquellos que se regodean en el resentimiento por los bienes que les faltan.

Sé generoso, comparte los dones y bienes que el universo te provee, sé de esos seres espectaculares que cumpliendo con lo que dice San Francisco de Asís comienzan haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente te encontrarás haciendo lo imposible.

Así como eres cuidadoso al comer, sé impecable al hablar, evita el chisme, la crítica innecesaria, los improperios, el escarnio o la diatriba, porque cancelan tu unión con el Señor, recuerda que Dios nos dio dos oídos para escuchar más y una boca para hablar menos.

A lo que te afanes en resistir persistirá, fluye amorosamente con el universo, que no estás aquí por casualidad, sino para triunfar y ser feliz, los hombres queremos caminos cortos y rectos, mientras las mujeres están preparadas para caminos largos y sinuosos, por eso tienen a flor de piel el sexto sentido que no es otra cosa que un vínculo directo con el Señor.

Lo de que las mujeres tienen un sexto sentido, me recuerda la ocasión aquélla en la que un matrimonio de Güémez está haciendo el amor el 5 de enero por la noche, cuando tocan a la puerta. La señora como está arriba se levanta y ve por la ventana y le dice al marido: -¡Viejo, ahí están afuera los tres reyes magos. -¡Ah, chinga!, pos pasa Melchor vieja. -¡Ay viejoooo! ¿de veras? Me vas a cumplir la fantasía del trío. Y por qué no mejor con Baltazar, es negro y dicen que los negros... El marido la interrumpe. -Cuál 'inche fantasía 'endeja, que me pases el chor, 'abrona.

Filosofo2006@prodigy.net.mx

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