En la Región Lagunera egresan aproximadamente 500 nuevos abogados, quienes para ser personas económicamente activas, tienen que ingresar en despachos jurídicos, dependencias oficiales y hasta ejercer de manera individual, sin el apoyo de colegas con experiencia, iniciando una labor ardua e inagotable, porque tienen que competir con litigantes que cuentan con 10, 20 y hasta 30 años en el ejercicio de la abogacía.
Como en todas las profesiones u oficios, en la abogacía es elemental que se posean conocimientos, habilidades, relaciones, pero sobre todo, vocación de servicio; porque el camino de esa noble profesión, es difícil y lleno de obstáculos que sirven como filtros, para seleccionar a quienes poseen la verdadera vocación, por lo tanto, muchos abogados que expresa o tácitamente reconocen no contar con vocación de litigantes, deciden dedicarse a profesiones u oficios distintos al que estudiaron. Inclusive, en la carrera de Licenciatura en Derecho se va depurando quienes no cuentan con la aptitud de este noble oficio. Como ejemplo citó que en la Universidad Autónoma de Coahuila, unidad Laguna, tiene una elevada demanda en la carrera de derecho, ya que de 900 aspirantes, únicamente hay lugar para 250 alumnos, por lo que, 650 aspirantes ven truncada su aspiración de ingresar en esta institución académica, teniendo aquí una prueba para saber si verdaderamente poseen la vocación para ser abogados, obligados por la circunstancia a tomar la decisión de desistir en estudiar esta noble carrera o continuarla, ingresando a una universidad privada en el caso de contar con medios económicos y, los que no tienen la capacidad económica de ingresar en una institución privada, tienen que esperar un año para realizar un segundo intento y, quienes aún en el segundo intento no logran aprobar, pero su vocación los mueve a realizar hasta un tercer intento.
En el desarrollo de la carrera de Derecho, que por lo general comprende cinco años de estudio, también existe el filtro académico, consistente en cursar y aprobar las asignaturas de la licenciatura y, precisamente en el curso de la carrera, desde que ingresan hasta que egresan, hay una deserción promedio de un treinta al cuarenta por ciento, ya que al cursar semestre a semestre, los alumnos se van dando cuenta si la carrera que iniciaron cubre o no su perfil y, en caso de no cubrirlo, deciden corregir el error cambiando de carrera al darse cuenta a tiempo, que la profesión del derecho no se adecua a su verdadera vocación; porque en esta etapa de aprendizaje, es en la que el estudiante debe aprovechar al máximo las experiencias y conocimientos de los catedráticos preparados que transmiten a sus alumnos sus conocimientos, con la finalidad de que su enseñanza les sirva como la semilla que debe de germinar dentro de ellos y les ayude en el desenvolvimiento profesional. Por lo que el estudiante debe sobrepasar todos los obstáculos que se le presenten, aprendiendo el contenido de las materias de la carrera, así como aprovechar el servicio social y las prácticas profesionales que obligatoriamente tienen que realizar.
Una vez aprobadas las materias, tienen que presentar el examen profesional o en su caso, cubrir los requisitos legales para la titulación, pero no basta con esto para presumir que se hayan convertido en auténticos abogados, porque tienen la obligación y necesidad de continuar estudiando y preparándose, por los constantes cambios y reformas constitucionales que en cada sexenio presidencial se realizan por conducto del Congreso de la Unión, al igual que los Congresos Locales, que también expiden reformas en sus leyes, códigos penales y civiles, o en la reforma o creación de sus reglamentos; aunado a la generación permanente de tesis jurisprudenciales por parte de la Suprema Corte de Justicia, los Tribunales Colegiados de Circuito y hasta los Tribunales de Justicia de los Estados; cuyas tesis jurisprudenciales son obligación de estudio de todo profesionista y de aplicación de los juzgadores; inclusive en materia de reglamentos municipales, los ayuntamientos expiden reglamentos que son muy necesarios que el abogado conozca y domine para el buen ejercicio de su profesión. Por todos estos obstáculos, que implican labor incesante, agudeza, preparación para asimilar los triunfos y fracasos que se presentan en todo el transcurso del ejercicio de la profesión, es esencialmente necesario que el novel abogado analice y deduzca si verdaderamente posee virtudes, capacidades, aptitudes, pero sobre todo vocación de servicio para desempeñar esta noble y hermosa profesión.