Las intimidades de Santa Claus

Cada año, niños de todo el mundo le escriben cartas donde le piden lo que quisieran recibir en Navidad, según como se portaron. Algunos hasta le dejan galletas y leche como agradecimiento. La mayoría ha visto alguna de sus versiones en persona o aunque sea por televisión, pero todos han escuchado de Santa Claus, ese gordito que viste de rojo y que tiene una fábrica de juguetes en el Polo Norte en la que trabajan cientos de duendes.

Pero ¿de dónde viene este personaje? Son muchas las historias sobre su origen. Hay quienes dicen que era un obispo turco que vivió en el siglo IV, Nicolás de Mira, quien nació en Parara de Licia, una antigua provincia del Asia Menor que hoy corresponde a Turquía. Se dice que desde niño se caracterizó porque todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres.

Sus padres murieron de una enfermedad y él quedó como heredero de una gran fortuna, misma que repartió entre los pobres y luego se fue de monje a un monasterio. Fue electo obispo de Mira, una ciudad de Turquía por eso se le conoció como San Nicolás de Mira. Cuenta la historia que el hombre murió en diciembre del año 345 y que sus restos están en Bari, Italia. Como su fallecimiento fue cercano a la Navidad, se decidió que este santo era la figura perfecta para repartir regalos y golosinas a los niños el 25 de diciembre

EL TRAJE

El vestuario de Santa Claus no siempre fue el rojo que hoy se conoce. El personaje también denominado Papá Noel ha portado diferentes atuendos según el país donde se le recuerda. Originalmente, era dibujado con un traje azul o de verde navideño, pero el rojo fue como se popularizó debido a que así lo presentó una marca norteamericana de refrescos en 1930.

Hoy la imagen de Santa Claus nos evoca de inmediato el famoso traje en color rojo con adornos blancos, botas y cinturón negro, y por supuesto, el gorro rojo, además de que su físico como un hombre gordo de larga barba blanca.

EVOLUCIÓN

Se dice que fue en 1624 cuando emigrantes holandeses llegaron al territorio americano y fundaron la ciudad de Nueva Amsterdam, que más tarde se convertiría en Nueva York. Allí erigieron una imagen de San Nicolás e hicieron todo lo posible por mantener su culto y sus tradiciones. Su devoción por “Sinterklaas” o “Sinter Klaas” (de ahí Santa Claus) era tan arraigada y pintoresca que escritores americanos empezaron a escribir sobre este personaje.

El primero en hacerlo fue Washington Irving, que en 1809 publicó “La historia de Nueva York según Knickerbocker”, donde describió cómo San Nicolás se convirtió en un hombre mayor, generoso y sonriente, que vestido con sombrero de alas, calzón y pipa se dedicó a arrojar regalos por las chimeneas. Irving llamó a este personaje el “guardián de Nueva York”, lo que hizo que ganara popularidad en EU.

Posteriormente aparecería el poema “Una visita de San Nicolás”, publicado en 1823 por el periódico “El Centinela”, de Nueva York, que contribuyó a la evolución de los rasgos típicos del personaje. En éste, San Nicolás aparecía sobre un trineo tirado por renos y adornado con campanillas.

A esas alturas era tal su popularidad que Washington Irving y algunos de sus amigos crearon en 1835 una sociedad literaria dedicada a San Nicolás.

En los años posteriores, los dibujos fueron cambiando a una imagen más parecida a la actual. Santa Claus dejó de ser una figura típicamente religiosa y se convirtió en personaje de la Navidad, como un emblema de paz, amor, ayuda y prosperidad. Su imagen empezó a aparecer en postales hacia 1886, y numerosas tiendas comenzaron a usarla para fines publicitarios.

SE PREPARA

Algunas versiones colocan a Santa Claus en el Polo Norte junto a su esposa, la Señora Claus, y cientos de duendes, quienes le ayudan a la fabricación de juguetes, mientras que otras lo pintan soltero y con mucho trabajo todo el año, preparándose para las fiestas de Navidad. La leyenda señala que este fantástico personaje guarda los regalos en un saco que pareciera no tener fondo y los entrega en los primeros segundos del día 25 de diciembre. Para llegar a los hogares de los niños en todo el planeta, se traslada en un trineo volador.

En las últimas dos décadas Santa Claus ha sido acusado de ser sólo una figura comercial, al grado de que algunos le atribuyen el “robarse” el significado real de la Navidad, al privilegiar los regalos, pero sin importar las crisis económicas o la inseguridad, el hombre de rojo sigue apareciéndose cada año en las casas de los que se portan bien.