El fin de semana pasado la naturaleza nos regaló uno de esos momentos que se viven muy pocas veces en nuestra región: un tiempo lluvioso que primero nos alegró el corazón, pero que luego pasó al estado contrario cuando nos enteramos o vivimos de manera directa en lo que se convirtió el regalo, una situación caótica llena de destrozos materiales que por fortuna en la Comarca no ha pasado de ahí.
Las lluvias de verano en un desierto como en el que vivimos son la bendición más grande que se puede recibir, gracias a ellas los ecosistemas naturales que rodean nuestra región toman un respiro para florecer y reproducirse, y continuar brindándonos una gama de servicios ambientales sin los cuales se agravarían aún más los problemas de las partes bajas y medias de la Cuenca Nazas Aguanaval.
Pero como sabemos, la ocurrencia de lluvias en los desiertos es más bien improbable que probable, pero cuando suceden puede ser de la manera más inesperada. Estas son dos características importantes de nuestras lluvias, por cada buen año, lluvias por arriba del promedio, ocurren varios años malos con lluvias escasas muy por debajo de lo que esperaríamos en un año promedio. A estos últimos los llamamos años secos y cuando se juntan (varios años secos) decimos que está ocurriendo una sequía prolongada, como aquella que nos pegó muy duro entre 1992 y 2001, lo recuerdan, sobrevino después de un año bueno, 1991, con excedentes que tuvieron que pasarse por el lecho seco y que como era de esperarse provocaron problemas en todo el tramo especialmente en las partes más bajas.
El agua que llega a nuestra Comarca sea en forma de lluvia directa sobre nuestras ciudades y áreas rurales, o por el escurrimiento a través de nuestros ríos Nazas y Aguanaval que escurren el agua que se precipita en todos los rincones de nuestra cuenca, o el agua subterránea que se infiltra en los arroyos y ríos para formar los acuíferos que actualmente aprovechamos, debieran ser motivo de alegría y felicidad en nuestra desértica región.
Pero no lo son. De una o de otra manera nos las arreglamos para que provoquen exactamente lo contrario, o por lo menos sentimientos encontrados. El punto es o más bien el común denominador es en todos los casos mencionados, un manejo del agua que deja mucho qué desear.
El manejo del agua de lluvia en nuestras ciudades es prácticamente nulo o sumamente limitado. La sensación de los años sin llover que luego se convierte en la idea de que en nuestra tierra nunca llueve, impide un manejo previsor y por lo tanto siempre nos encuentra mal parados.
Efectivamente llueve poco en la zona metropolitana, pero los 23 centímetros que en promedio llueve en el año pueden caer en unas horas en forma de tromba o chubasco y entonces comienzan los problemas.
Se nos han olvidado algunas cosas que aunque parecen obvias nos cuesta trabajo imaginarlas, hemos puesto sobre la topografía natural del terreno de la Comarca un manto de asfalto y casas de ladrillo con techos de concreto que por un lado conserva parte de dicha topografía, pero por el otro ha causado modificaciones que impiden el flujo natural del agua hacia las partes más bajas de esta porción de la cuenca donde vivimos. El resultado todos lo conocemos, anegamiento de calles y formación de lagunas en aquellas depresiones que ya de por sí existían y en las creadas de manera artificial.
Algunas colonias de Torreón como La Fuente, entre muchas otras, se encuentran en una de las mencionadas depresiones, en estas colonias los vecinos ven con incertidumbre y desasosiego cómo se humedecen sus casas que ponen en riesgo no sólo la inversión de su vida sino también la integridad de sus seres queridos. La responsabilidad municipal se debe mostrar ya, son necesarios estudios casuísticos que resuelvan de una vez y para siempre los problemas puntuales de cada una de las áreas afectadas.
Por otro lado, son tiempos de mostrar nuestra solidaridad con aquellas personas del norte del Estado de Coahuila que han sufrido la pérdida de sus bienes, para esto, la Coordinación de la Unidad Torreón de la Universidad Autónoma de Coahuila será centro de acopio, invitándonos a que colaboremos con agua embotellada, alimentos enlatados, ropa, pañales, medicamentos, entre otros.