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LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA

LA LEY COMO UN PRIVILEGIO

JUAN RECAREDO

A la Constitución Política le llamamos frecuentemente nuestra Carta Magna. Ese nombre nos parece rimbombante y esplendoroso pero cuando conozcamos la historia de la expresión Carta Magna, probablemente ya no nos guste tanto y tal vez hasta procuremos cambiar de opinión.

La Carta Magna que siempre se cita como una firme base para la democracia, en sus orígenes no tiene nada qué ver con ella, digo, con la democracia, sino al contrario. Era una ley a todas luces arbitraria.

En el año de 1215 los barones (los nobles) ingleses obligaron al Rey Juan a estampar su sello real en un documento que garantizaba a ellos (a los nobles) y a los comerciantes en algunas ciudades, el derecho a ser juzgados antes de ser condenados por algún delito cometido.

La ley era sólo para ellos y el resto de los ciudadanos se quedaba como "el que chifló en la loma" porque en caso de ser detenidos por un supuesto delito, se les podía condenar sin un juicio donde se le diera oportunidad al presunto delincuente de defenderse y probar su inocencia.

Contrariamente a lo que debe ser una ley, que se aplica por igual para todos, la Carta Magna entonces era un privilegio y hasta en este adjetivo lo dice porque precisamente la palabra privi-legio deriva de privi que indica privacidad y legis que en latín es una ley. Entonces un privilegio es una ley privada, es decir que se aplica sólo a ciertas personas.

Luego, en el Siglo 17, un señor que se llamaba Sir Edward Coke atacó a la Carta Magna diciendo que el pueblo tenía derechos que el monarca no podía pisotear. El resultado fue que el rey -éste era Jacobo I que por lo visto hacía honor a su nombre pues era "Jacobino" en el sentido de demagogo- mandó encarcelar a Don Edward para que no anduviera hablando mal del rey y que lo dejara pisotear derechos a su real gusto.

Ésa es la historia de la expresión Carta Magna y así como ésa hay muchas falsedades que podemos descubrir si hurgamos un poquito en la historia.

Imagínese usted que nada menos el detector de mentiras empezó siendo una burda y flagrante mentira.

A principios de los años 20, un policía de una pequeña ciudad del medio oeste norteamericano, fabricó un cajón con dos focos (bombillas) uno verde y el otro rojo para engañar a los interrogados y hacerlos "cantar".

Antes de someter a los presuntos criminales a un interrogatorio les decía que aquello era un modernísimo detector de mentiras, pero la verdad es que él mismo encendía los focos a voluntad por debajo de la mesa, cuando creía que el tipo estaba mintiendo y así lo presionaba psicológicamente para que dijera la verdad.

Escríbale a Don Juan Recaredo: La dirección de su correo electrónico es donjuanrecaredo@gmail.com

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PREGUNTA DEL PÚBLICO:

He leído o escuchado las siguientes frases problemas innecesarios o conflictos innecesarios y si ello es correcto, entonces habría problemas o conflictos necesarios. ¿Si fuera correcto, cuáles serían unos y otros? Roberto Guzmán Laveaga.

RESPUESTA:

Obviamente los problemas innecesarios son los que no se necesitan. Si hay o no problemas necesarios o innecesarios, eso depende del caso de que se trate. No se puede decir que si hay problemas innecesarios tiene que haber problemas necesarios. En el idioma esa lógica no funciona.

Definición "mañosa" para terminar: Vegetariano. Persona que no come carne delante de los demás. ¿Cómo dijo? ¡LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA!

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