La hipótesis de trabajo es una explicación provisional utilizada cuando se carece de información suficiente. Con ese recurso metodológico sostengo que el secuestro de Diego Fernández de Cevallos fue realizado por un grupo armado.
La primera evidencia la proporciona el afectado quien con el tono beatífico que ahora emplea declaró haber sido "capturado por un grupo amplio", que el acontecimiento tuvo "una connotación política supuestamente por cuestiones ideológicas" y que "mis plagiarios [me ven como un] enemigo de sus causas". El tono es mucho más agresivo.
El comunicado de los secuestradores, de 13 cuartillas a renglón seguido juega con la dicotomía de "Ellos" y "Nosotros" (en mayúscula en el original) que se teje con las 27 menciones a la "violencia" (el lector interesado podrá revisar la versión íntegra en www.sergioaguayo.org ).
"Ellos" son quienes detentan el poder y ejercen la violencia de una manera integral, omnipresente, opresiva: la "cultural", la "directa", la "del hambre, del desempleo, de la migración, de la delincuencia infantil y juvenil, de la trata de blancas". Es la violencia "estructural" de la minoría que saquea al país y explota a 90 por ciento de la población.
Los autores de la violencia son identificados con nombre y apellido. Carlos Salinas de Gortari es el responsable número uno y su "principal cómplice" es Diego Fernández de Cevallos: un "operador de la oligarquía neoliberal y de la ultraderecha fundamentalista, un traficante de influencias, un mercenario de los juzgados, un legislador a sueldo, un rentista de la crisis y un defensor de los grandes capos de la droga".
Frente a "Ellos" están "Nosotros" que serían todos los pobres, las víctimas y los oprimidos. "Nosotros" recuperan la tesis de la guerra justa: "la violencia es constructiva cuando es rebeldía frente [a] quienes nos someten a la miseria", "reapropiarse del uso constructivo de la violencia es legítimo" y es legal cambiar la forma de gobierno porque así lo dice el Artículo 39 Constitucional.
La violencia de este grupo tiene un propósito mayor: organizarse en una "sola voluntad política nacional, en una colosal fuerza social organizada" para construir "otro México". Con ese fin convocan a "las organizaciones obreras, campesinas, ecologistas, de colonos, de víctimas de la delincuencia y crímenes del ejército y policías".
Con esta lógica el secuestro de Diego Fernández fue "un acto de desagravio"; "Tomarlo prisionero, exhibirlo y obligarlo a devolver una milésima de lo robado; constituyó además un golpe político a la plutocracia y a sus instituciones; una demostración de la voluntad de lucha y de la capacidad operativa de los descalzonados, como él nos denomina; una demostración de que nadie, por poderoso que sea, puede ser intocable; una demostración de que con unidad de acción se puede doblegar la voluntad del enemigo y combatir la impunidad".
¿Es gente seria o vulgares delincuentes? Habría motivos para dudar de su seriedad. Autonombrarse "Red por la transformación global" suena a utopía poco seria, y su programa de acción es tan pobre como su categorización de las relaciones internacionales. En abono de su autenticidad estarían las similitudes del escrito con proclamas de grupos guerrilleros de los años sesenta, setenta y noventa. Los interesados pueden ver una amplia colección de textos insurgentes en La transición mexicana. Una historia documental, 1910-2010 (México, Fondo de Cultura Económica/ El Colegio de México, 2010 -la obra es de mi autoría).
El documento de los secuestradores fue elaborado por alguien con estudios universitarios y con conocimientos de clásicos del marxismo y la sociología (entre ellos Max Weber). Cuesta trabajo darle una filiación precisa porque brinca de expresiones "sesentyocheras" a palabras del movimiento "lopezobradorista" y a devaneos estilísticos propios del subcomandante Marcos. Es gente empapada de los códigos culturales de quienes postulan desde hace décadas la lucha armada.
En los próximos meses sabremos si son auténticos o es un grupo de hábiles simuladores. Por lo pronto ya demostraron tener una capacidad notable para dar golpes quirúrgicos y se hicieron de 30 millones de dólares que les permitiría hacer nuevos operativos. Se entiende que las autoridades quieran ahuyentar la hipótesis de un nuevo foco de tensión, pero es poco serio que el presidente Felipe Calderón los exorcise con palabras vaciadas de contenido. Es frívolo acusarlos de "rolleros", hipócritas y "criminales" sin dar sustento fáctico.
No comparto la opción armada y el secuestro de Diego tal vez no sea el aviso de que la pradera está en llamas, pero confirma que en el país hay brasas de inconformidad. Ante la escasa información a nuestra disposición lo más responsable es recurrir a una hipótesis de trabajo y sostener que el secuestro de Diego fue hecho por un grupo armado.