Durango

LO QUE EL AGUA SE LLEVÓ... A SIMPLE VISTA

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LUIS E. LOZANO

7.30 de la mañana: sesión extraordinaria del Consejo Estatal de Protección Civil. Las lluvias que en las últimas horas cayeron en Durango obligaron a las autoridades a reunirse de manera emergente para establecer un plan de contingencia.

Las cercanías de la presa Guadalupe Victoria, los alrededores de la ex Hacienda de La Ferrería y el círculo formado por poblados como Navacoyán y El Arenal eran las zonas que en ese momento estaban ya anegadas por los fenómenos meteorológicos.

En el encuentro de funcionarios, realizado en la Sala de Gobernadores del Palacio de Zambrano, se concentraron -unos más tarde que otros-, la mayoría de los convocados. El Gobernador al frente.

Conforme a una especie de tradición existente desde hace algunos años, cada participante fue explicando el panorama que de acuerdo con su responsabilidad apreciaba. Más que nada, un protocolo.

Y así estuvieron, cerca de una hora, exponiendo las herramientas con las que cada quien contaba para atender las inundaciones que, en ese momento, algunas familias ya enfrentaban solas. Y ya se quejaban: "hace años que prometen que no volverá a pasar, y vea", expresó una mujer de edad avanzada que, compungida por enésima ocasión, convivía con una laguna asentada en el patio de su casa, y que lograba rebasar sus rodillas, en algún lugar de Navacoyán.

Y es que en la reunión del Consejo se notaron buenas intenciones, sí. Pero, ¿quién enfrentará realmente el problema? Fue una pregunta que también la cúpula pareció hacerse.

Sin previo aviso, y con Gerardo Cajero presente -hasta ayer por la mañana, Director de Protección Civil-, determinaron, en medio de la emergencia, nombrar a un nuevo titular de la dependencia estatal: Arturo Galindo Cabada asumió el cargo en un momento poco esperado.

El rostro de Cajero lo decía todo; parecía sentirse como aquel oficinista al que simplemente le sacaron sus cosas a la calle, sin informarle que ya no tenía trabajo.

Jorge Herrera Caldera declaró en sesión permanente al Consejo y se fue a recorrer los puntos de mayor dificultad: terminó el protocolo.

Luego, con los que se quedaron, el secretario General de Gobierno, Hugo Rosales Badillo, reanudó un nuevo encuentro ya sin formalismos en el que, ahora sí, se habló de la realidad que impera en Durango. Mientras, la señora seguía navegando en su laguna particular.

Al mismo tiempo, la información fluía desde diferentes puntos del municipio de Durango, principalmente. En lo que discutían colapsó el puente de La Ferrería, cuyo mal estado, por cierto, ya había sido denunciado en varias ocasiones por vecinos del poblado La Ferrería.

Mientras, en la confluencia del Tunal y La Sauceda, cientos de familias sufrían un deyabú que lejos estaba de serlo. A su alrededor, la estampa fotográfica del no tan lejano agosto de 2008, cuando ocurrió exactamente lo mismo que ayer por la mañana.

Y eso que las obras hidráulicas ya realizadas estaban hechas para que eso, lo inevitable, no volviera ocurrir.

La reunión de ayer fue una copia al carbón de aquella, realizada en 2008, cuando todos pensaron -pensamos- que la experiencia serviría de mucho. Y sirvió de nada. Que no vuelva a pasar. Al tiempo.

LOS BACHES se convirtieron en una enfermedad crónica de la ciudad de Durango. Cada vez son más las personas que se quejan innovando, incluso, en las formas.

En Facebook, fue creada una "frase para compartir" que empieza a publicarse en cientos de perfiles, y que reza: "ya no sé si hay más palmeras o baches en Durango (sic)".

En Twitter, fue creada la cuenta @BachemapDgo, en la que los usuarios alertan sobre la ubicación de hoyancos "peligrosos".

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