C Ada nuevo amanecer lo primero que este filósofo hace, es una oración y con una sonrisa en los labios da gracias al Señor por el milagro de la vida, después de bañarme y tomar una taza de café de olla, leo el periódico, inmediatamente me dirijo a ver las esquelas, si no viene mi nombre, me digo a mí mismo ¡Ya chin...! y me pongo a echarle ganas a la vida.
El Filósofo de Güémez ha tenido la humilde visión de dedicar su trabajo diario, sus fortalezas... su vida entera, a reivindicar el poder energético y terapéutico del sentido del humor del que los mexicanos gozamos a raudales, porque ahí radica la fuerza de mi compromiso con usted, la de entregarle una visión amorosamente positiva de la vida.
Cada día este viejo campesino se deleita compartiendo el humor, será porque pedagógicamente me enseña a hacer en cada momento lo que corresponde, dándome los suficientes motivos para regocijarme en su vitalidad, además de ayudarme a expresar lo complejo de la vida en el lenguaje y en las palabras más coloquiales, simples y sencillas.
El humor crea en quien lo lee o lo escribe, lo escucha o lo dice, una alegría que inunda su corazón y un estado de felicidad que delicadamente nos acerca al Señor, trayendo consigo una paz espiritual, un período interno de sosiego que enriquece: mente, cuerpo y espíritu y nos hace vibrar con el milagro de la vida.
Mi vida tiene un dilema, no sé si el humor vive para mí o yo vivo para el humor, lo que sí sé es que somos una dualidad indisoluble y que éste ha logrado transformar mi vida imprimiéndole entusiasmo y una visión positiva sin comparación.
A veces me da la impresión de que sonreír es la manera más directa para que entren en un diálogo fecundo, mente, cuerpo y espíritu y me enseñen que por cada minuto que tengo de cólera, odio, enojo o resentimiento renuncio a hacer míos 60 segundos de inigualable felicidad.
Mientras el apego, la insatisfacción, la inmovilidad y la rutina son condiciones implícitas del deterioro prematuro de tu mente y cuerpo, el buen sentido del humor es un pregonero del milagro de la vida, que siempre será la mejor noticia, además, no sólo te hace hoy más sabio que ayer, te ayuda también a acomodar las piezas que el universo te provee y es una buena nueva, en una época en la que la violencia y el desaliento dan escasos motivos para estar alegre.
Lo del humor me recuerda a "Los 10 chin... más importantes de la historia":
"1. ¿Cuándo chin... va a parar esta lluvia? (Noé, año 4314 a. de C.)
2. ¿Cómo chin... se te ocurrió eso? (Su mamá a Pitágoras después del teorema año 126 a. de C.)
3. ¡Chin..., qué calor! (Juana de Arco, año 1431).
4. ¿Cuándo chin... vamos a llegar? (Cristóbal Colón, año 1492).
5. ¿Cómo chin... quieren que pinte el techo? (Miguel Ángel, año 1566).
6. ¿Qué chin... tomaste Julieta? (Romeo, año 1595).
7. ¿De dónde chin... salieron todos estos indios? (General Custer, año 1877).
8. ¿Por dónde chin... entra tanta agua? (Capitán Smith Titanic, año 1912).
9. ¿Cómo chin... no van a entender esto? (Einstein, año 1938).
10. ¿Qué chin... es eso de evitar la guerra? (Presidente Bush, año 2006).
Por otra parte, estos son los 10 chin... más importantes de los mexicanos:
1. ¿Cómo chin... siento calor en los pies (Emperador Cuauhtémoc, año 1525).
2. ¿Cómo chin... se juntaron tantos indios? (Cortés en la Noche Triste, año 1520).
3. Carlota, ¿pero cómo chin... crees que me van a fusilar? (Maximiliano, año 1867).
4. ¿Qué chin... es eso de la revolución del tal Madero? (Porfirio Díaz, año 1910).
5. ¿De dónde chin... salen tantos estudiantes? (Díaz Ordaz, año 1968).
6. ¿Qué chin... es una devaluación? (Luis Echeverría, año 1976).
7. ¿Qué chin... no entiendes lo que significa comes y te vas? (Fox, año 2005).
8. ¿Qué chin... no entendían que todo esto era un compló'? (El Peje, año 2006).
9. ¿Cómo chin... no tuve un equipo definido? (Javier Aguirre, año 2010).
10. Y ahora ¿por quién chin... votamos? (75 millones de mexicanos, julio 2012).