Resulta evidente, tras leer a Cortázar, que su lúcida inconformidad ante un entorno que groseramente se nos quiere imponer es siempre la fuente de sus desafiantes textos.
No es una de las obras más famosas de Julio Cortázar, pero sin duda los relatos contenidos en Todos los fuegos el fuego son una excelente muestra de la calidad literaria de este imprescindible autor. Lo invitamos a descubrir por qué.
Por mera pereza, o simplemente porque nos resulta en extremo cómodo dar una respuesta prefabricada, tendemos a señalar a Julio Cortázar (1914-1984) como una de las figuras del boom latinoamericano y nos conformamos con ese señalamiento reduccionista. Se nos olvida, como bien diría Schopenhauer, que toda tentativa de clasificación de las personas y sus aportaciones creativas constituye una crasa negación del ser humano. Más tratándose de Cortázar, cuya creatividad tan rica y variada escapa de inmediato a cualquier intento clasificatorio. No en balde este argentino universal es el Gran Cronopio y si algo caracteriza a dichas criaturas es que siempre rompen con lo establecido.
Aunque Todos los fuegos el fuego (publicado en 1966) no es tan conocido como las legendarias obras Rayuela (1963), Bestiario (1951) y el ya aludido Historias de cronopios y de famas (1962), ofrece una prueba categórica de que la literatura cortazariana jamás puede reducirse a clichés.
OCHO RELATOS, UNA LLAMA
Formalmente, las ocho historias que componen Todos los fuegos el fuego tienen como común denominador la libertad propia de un genio decidido a emprender audaces experimentos narrativos, y que lo hace con singular fortuna y oficio.
En lo que al fondo se refiere, los cuentos nos conmocionan con las desbordantes reacciones que los seres humanos tienen al encontrarse en situaciones límite. Vale la pena abordar brevemente el contenido de cada uno de ellos.
El volumen abre con La autopista del sur, que describe una tarde dominical en la cual un colosal accidente en una carretera francesa provoca un embotellamiento que se prolonga por varios días. Dejados a su suerte por la ineptitud de las autoridades, los automovilistas se ven obligados a organizarse para sobrevivir y se van dando relaciones que ordinariamente no se presentarían. Los conductores tienen la sensibilidad a flor de piel y una conciencia muy diferente a la habitual.
En La salud de los enfermos, para proteger a su quebrantada matriarca, una familia decide ocultar el fallecimiento de uno de sus hijos, e inventan toda suerte de mentiras. Mantener el engaño por muchos meses exige un trabajo descomunal que va alterando su percepción de la realidad.
Reunión cuenta cómo unos guerrilleros comandados por un revolucionario idealista sienten la inminencia de su muerte ante la superioridad de las fuerzas represoras. La creciente vulnerabilidad de los integrantes de la guerrilla, que pese a todo no ceja en sus aspiraciones por una sociedad más justa, provoca que el lector se solidarice con ellos. Se nota que la lucha ocurre en Cuba y que el comandante idealista posee rasgos del Che Guevara y del Fidel Castro de la década de los cincuenta.
En el vertiginoso relato La señorita Cora, Cortázar se regodea alternando abruptamente las voces narradoras, incluso en una misma línea, para mostrarnos a un joven quinceañero sobreprotegido por su madre, que es internado en un hospital. Allí conoce a la enfermera Cora, cuatro años mayor que él y con mucha más experiencia mundana. Como era previsible, tras ese encontronazo sobreviene el enamoramiento que les cambiará la vida.
La isla a mediodía es acerca de Marini, sobrecargo de una importante aerolínea, que hastiado de su monótona vida laboral y de la hipocresía imperante en la sociedad, decide irse a vivir a una solitaria isla del mar Egeo que descubrió en sus vuelos entre Roma y Teherán. Estando ahí un avión cae al mar y aunque él se resiste a aproximarse, termina haciéndolo y encuentra a un hombre agonizante al que procura salvar.
Un hombre llamado Rice acude a una función de teatro en Instrucciones para John Howell. En el segundo acto alguien le pide que deje de ser espectador y se convierta en Howell, el protagonista, dándole unas sencillas indicaciones. La petición es absurda pero él accede.
Por su parte, el cuento que bautiza el libro contiene dos historias amorosas que transcurren en sitios distintos y en épocas distantes, que son mezcladas con maestría. En la antigua Roma la esposa de un procónsul se enamora de un gladiador tras un rápido cruce de miradas. En el siglo XX, Roland y Jeane sostienen una relación intensa incluso en sus conversaciones telefónicas. En ambos casos, el final será el mismo.
Finalmente El otro cielo expone la vida de un hombre apocado, un mediocre agente de bolsa que desde joven se acostumbró a paliar la grisura de su existencia con escapadas a lupanares. Sólo se siente vivo en los lugares más sórdidos de los barrios bajos, pero incluso en esos sitios no deja de advertir su insignificancia.
Estos son sólo los planteamientos de las ocho ficciones. Para conocer sus respectivos desenlaces -algunos tal vez inesperados por el lector- lo ideal es adentrarse personalmente en la resplandeciente prosa que este argentino nacido en Bélgica legó para nosotros.
LÚCIDA INCONFORMIDAD
Resulta evidente, tras leer a Cortázar, que su lúcida inconformidad ante un entorno que groseramente se nos quiere imponer es siempre la fuente de sus desafiantes textos. Así lo confesó él mismo: “En suma, desde pequeño, mi relación con las palabras, con la escritura, no se diferencia de mi relación con el mundo en general. Yo parezco haber nacido para no aceptar las cosas tal como me son dadas”.
Entre la vasta obra cortazariana Todos los fuegos el fuego constituye, sin duda, una magnífica puerta que nos permite acceder al universo de este inolvidable escritor.
Correo-e: antonioalvarezm@hotmail.com