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Los dichos de Carlos Monsiváis

BEATRIZ BARROS HORCASITAS

"Muchos dicen que han

Cumplido con su deber, a mí, me da gusto no haber cumplido

Ni con la mínima parte de él,

Para desgracia o fortuna

De esta patria."

Carlos Monsivaís

Ras una prolongada enfermedad se apagó la voz del más preclaro representante de nuestra identidad popular; de alguien cuya imaginación, curiosidad y afilada inteligencia estuvieron siempre al servicio de las causas de la sociedad.

Hemos perdido, con su muerte, la voz de la razón sustentada en la congruencia, fiel al ejercicio de la libre expresión e implacable en el juicio al poder y a los poderosos; un intelectual que jamás fue seducido por la lisonja y la adulación de la burocracia transexenal. Honró con su valor y su pluma la defensa de los estudiantes en 1968, los masacrados en Acteal y los recién liberados presos de Atenco; las causas de los trabajadores y mineros de Pasta de Conchos y Cananea también las hizo suyas.

En su velorio se unieron las voces al grito de "Monsi es del pueblo", al parejo de los discursos oficiales que tanto aborrecía escuchamos la flauta de Horacio Franco, culminó el homenaje con música de Juan Gabriel dedicada al único intelectual que al transitar por las calles era reconocido y saludado por la gente.

Como ícono de la cultura nacional, su ausencia se hace menos dolorosa si mantenemos su pensamiento y la lectura de sus libros, reflejo de su portentosa memoria, su filosa ironía y esa conciencia que penetra en las venas de nuestra cotidianidad.

El periodista René Delgado, en su colaboración semanal hizo las siguientes reflexiones: "No hay peor hora para estar ausente que aquélla en la que se requiere de uno. En ese momento el vacío adquiere una dimensión superior a su medida, y se exige la presencia de aquel a quien ni siquiera se ha agradecido el tiempo que nos ha prestado. Estos días son de ésos, días de guardar, días donde se extraña a quien sin importar las circunstancias, ha desplegado lucidez, libertad y congruencia".

Trataba con virulencia a la clase política, decía "si en el debate le va mejor que a nuestro candidato, es porque según dicen, le comieron la lengua los ratones".

Como autor reconocía: "Lo que me motiva a escribir es la idea de vencer la primera versión, la que siempre me parece triste. Las siguientes, aunque no me persuaden, se acercan a lo que quería decir, y ya cuando decido entregar, no es que se acerque a lo quería decir, sino que ya se me olvidó lo que quería decir, entonces me enfrento a un texto que por lo menos no me disgusta".

De su visión contemporánea de la política: "Ha cambiado tanto y tantas veces que el mundo que conocí ya no existe y el que ahora padezco se está desvaneciendo. Mi consigna al respecto es muy sincera: o ya no entiendo lo que está pasando o ya pasó lo que estaba entendiendo. En 1956 yo era un izquierdista confiado, resentido con la Unión Soviética por la invasión de Hungría, y muy indignado con el gobierno mexicano por su persecución de los izquierdistas. Ahora, sin que la indignación cambie, al contrario, estoy muy indignado con el neoliberalismo y, también, no entiendo por qué insisten en decir que el régimen de Fidel Castro no es una dictadura. Esto no quiere decir que crea en la inmutabilidad de las cosas, sino en los siglos que lleva entender la persistencia del horror."

Con Fox ha sido un banquete interminable en materia de disparates, cuando en España habló de "José Luis Borgues la prensa mexicana se le fue encima. Luego en su programa radiofónico reprochó: 'Me critican porque dije José Luis Borgues, cualquiera puede cometer un lapsus bilingüe'. Carlos siguió siempre las declaraciones de Fox, aceptaba no era sólo su deporte, era un deporte nacional.

Confirmamos su visión prematura de los hechos; registró las palabras pronunciadas por Felipe Calderón al crear el programa de guarderías subrogadas, cuando lejos estaba el incendio y la muerte de los niños en el ABC: "Este programa está concebido con una lógica distinta y de sentido común. Nosotros no estamos pensando en las grandes instalaciones, en las grandes estancias, en los grandes arquitectos, no; estamos pensando en los patios, en las casas, en las cocheras, en las salas, comedores. Monsiváis completó: 'en las bodegas, en las maquiladoras, en los expendios de leche, etcétera, que adaptados pueden ser unas excelentes estancias infantiles para aquellas mujeres que quieren trabajar'.

Se dice que nadie es indispensable, Carlos Monsiváis es irrepetible, su presencia como actor social fue reconfortante para los mexicanos en momentos decisivos, extrañamos hoy su crónica apocalíptica de este prolongado "valle de lágrimas" que demanda de pensadores sabios con manifiesto amor por la Patria.

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