LOS 'DIPUTAIPADS' A SIMPLE VISTA

Se veía más contenta su asistente que él. No era para menos: en sus manos tenía un lujoso implemento tecnológico de esos que todos los niños, adolescentes y semiadolescentes quieren: un iPad. Zigzagueando entre curules, la joven mujer -adentrada en un mundo virtual alterno- se paseaba en su facebook, actualizándose de solterías y rompimientos.

No se dio cuenta de su imprudencia hasta que sintió el flash de un par de cámaras fotográficas, enfocadas a captar el debut de la herramienta en el Congreso local.

Mientras, su diputado se hacía bolas tratando de explicar las bondades que ese aparatejo dejará a las finanzas del parlamento. Tosco -no grosero-, Jaime Rivas Loaiza le pidió a su auxiliar que le prestara el iPad. A la pobre chica no le dio tiempo de cerrar la aplicación.

Usándolo didácticamente para complementar sus explicaciones, el diputado empezó a exponer esas virtudes de las que sabe de oídas, pues no lo ha aprendido a usar; de reojo alcanzó a ver la aplicación que estaba abierta y, sin ser un experto, se dio cuenta de que lo que la pantalla mostraba no era precisamente la síntesis noticiosa, o alguna de esas leyes que prometieron les incrustarían.

Mejor lo cerró, igual que el tema en mención.

El Congreso local compró 30 aparatos de los clasificados como "tablets", computadoras portátiles en las que el usuario interactúa a través de una pantalla táctil. Los compró y todavía no está claro quién los pagará. 300 mil pesos que están volando.

Y es que ni los priistas saben cómo estuvo la transacción: Adrián Valles, presidente de la Gran Comisión, dijo que el gasto corre a cargo del Congreso pero que serán propiedad de cada diputado. El oficial Mayor, Arturo Kampfner, no supo -no quiso saber- a quién se le compró, ni en cuánto; tampoco hubo una licitación pública para determinar comprador. Se la compraron a quien quisieron.

Los opositores señalan que no les avisaron de la compra pero, en todo caso, están dispuestos a pagarlos de su propio salario; Luis Enrique Benítez y el propio Rivas Loaiza dicen que eso no: lloran ganar muy poco como para andar comprando esas cosas. Prefieren regresarlas: 56 mil 599 pesos al mes - sin contar compensaciones, bonos, premios y gastos de gestión- les resultan poca cosa. Trabajan por amor al arte. Sí, cómo no.

La idea de comprar el implemento tecnológico, aparentemente maquilada en la cabeza del Presidente de la Gran Comisión, no es mala. Tiene razón al decir que su uso representará un considerable ahorro en papel y tóner; lo malo es que pensó que nadie reclamaría. Fueron precisamente las declaraciones en contra las que convirtieron su plan de austeridad en una ocurrencia.Y las que ponen en riesgo el éxito de la idea.

A todos los diputados los citaron la tarde del martes para informarles "algo" y les entregaron su kit; todavía confundidos por lo comprado, recibieron una capacitación que no muchos entendieron. Y después recordaron el olvido: ponerse de acuerdo con todos.

El éxito del trabajo legislativo está basado, precisamente, en la construcción de acuerdos; sin ellos, el camino al éxito parlamentario es curvilíneo y con obstáculos. Ese fundamento es lo que a un estudiante las vocales; mejor lo memorizan, o tendrán problemas al aprender el abecedario.

INSENSIBLE, prepotente, maleducada y sinvergüenza son cuatro calificativos que le quedan a cualquiera que conduzca un vehículo azul que, presuntamente, pertenece a la recaudadora de Rentas del Estado, Olimpia Mena, pues ese automóvil ha sido captado en un par de ocasiones ubicado en zona para discapacitados, sin contar con la matrícula adecuada. Ella no tiene problema físico alguno; aunque, ahora que lo pienso, quizá le surge al momento de estacionarse.