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Los restos peregrinos

ADELA CELORIO

Quizá porque nos cuesta mucho aceptar el hecho de que polvo somos y en polvo nos convertiremos, incubamos la esperanza de una vida eterna e imaginamos reencarnaciones. Como la idea de la vida eterna me agobia bastante, y eso de las reencarnaciones prefiero tramitarlo después de mi primer funeral; quiero creer que la única forma de trascender nuestro destino mortal, es a través de las obras. Del Taj Majal que es el mausoleo más hermoso que existe, difícilmente recordamos los nombres del amantísimo esposo que lo mandó construir, del arquitecto que lo realizó, o siquiera el de la esposa que lo inspiró, pero seguimos disfrutando de la obra porque como dice una la canción "las cosas quedan las gentes se van..."

En cuanto a los restos mortales de los héroes que rescataron a la patria secuestrada por la corona española, la información que tenemos es más o menos la siguiente: "el caos que ronda la identidad de los restos data de 1823, cuando el Congreso, comprometiéndose a construir un monumento para resguardarlos, decretó que fueran trasladados a la capital. Pero como todo en la burocracia se lleva su tiempito, los restos, todos mezclados, permanecieron en las criptas húmedas y destapadas de la Catedral Metropolitana, hasta 1885, año en que por órdenes de Porfirio Díaz se inició la construcción de la Capilla de San José, donde diez años más tarde fueron depositados después de lavarlos con lejía, barnizarlos, perfumarlos y asolearlos.

Avanzado el siglo XX y ante la experiencia de las tensiones que había provocado la Guerra Cristera, se decidió que los restos debían quedar en un lugar completamente laico. Plutarco Elías Calles se negó a celebrar el dieciséis de septiembre dentro de la Catedral, y en 1925 los restos peregrinaron al Monumento de la Independencia (El Ángel), de donde en solemnísima ceremonia luctuosa y con la presencia del Presidente de la República, acaban de ser exhumados y expuestos para su adoración en la explanada de la Columna de la Independencia. De ahí, envueltos en banderas mexicanas peregrinaron una vez más hacia el Castillo de Chapultepec, en donde especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia determinarán su autenticidad: "para que los mexicanos podamos saber si los personajes históricos padecieron alguna enfermedad, cuál era su estatura; y las circunstancias que determinaron su muerte".

"A mí en lo personal, me resulta fascinante saber qué estatura tendría Leona Vicario y si cuando murió a los 55 años padecía de osteoporisis" -dice la antropóloga a cargo del proyecto; supongo que para justificar la danza de los huesitos.

Después de ser estabilizados y estudiados, los restos heroicos peregrinarán al Palacio Nacional donde serán exhibidos durante un año como parte de la exposición "México 200 años". Solamente después de todo ese periplo, los restos heroicos volverán a ocupar su lugar en el mausoleo de la Columna de la Independencia.

Ojalá que ahí por fin se les permita descansar en paz. Me da pena decirlo, pero percibo en todo esto algún gene de la ancestral necrofilia mexica. Hidalgo fue un hombre vital a quien le gustaban las mujeres, el vino y la parranda. Doña Leona y doña Josefa atropellaron con sus desplantes la moral y las costumbres de su tiempo, y su osadía puso en grandes aprietos a sus familias. Lo que hace inmortales a nuestros héroes, es su obra ¡bendita sea! No sé por qué, pero todo lo demás me parece un show.

Adelace2@prodigy.net.mx

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