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Los Torres

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LUIS FERNANDO SALAZAR WOOLFOLK

El proceso de construcción de un nuevo Palacio Municipal en Torreón, que incluye una plaza circundante y un estacionamiento subterráneo, ha dado pie a un conflicto social de pronóstico reservado, como corresponde al estilo de ejercer el poder en el Coahuila gobernado por el clan Moreira.

Como es del conocimiento la licitación de la obra fue suspendida por el Cabildo de Torreón, a raíz de que no fue posible obtener la mayoría calificada exigida para el caso, en función de que dos de los ediles, la Primera Síndica priista Lucrecia Martínez y el Regidor panista Marcelo Torres Cofiño, se abstuvieron de votar, en virtud del parentesco que les une a ambos, a dos de los socios de la constructora que se presentó como única aspirante a la licitación.

Al margen de la abstención, que es del todo pertinente y justificada, elementos provocadores han encendido una reyerta que reduce el tema a un conflicto entre familiares que militan en partidos distintos, como cortina de humo para ocultar el escandaloso fraude implicado en la reciente compra a particulares, de terrenos incluidos en el proyecto.

A estas alturas muchos ciudadanos rechazan el proyecto del nuevo edificio al que califican de suntuario, y que nace bajo la sospecha de ser la oportunidad o pretexto para el lucro de funcionarios obedientes a la recomendación porfiriana: "haga obras compadre". En la Internet aparecen mensajes que denigran la imagen de los ediles involucrados, y rebajan el debate público que merece un tema relevante de interés social y político, como el que es objeto de comentario.

Lo anterior no es justo. Por una parte, Marcelo es un abogado exitoso y reconocido que ejerce un liderazgo cívico fresco y vigoroso, mientras la Señora Lucrecia ha dedicado una buena parte de su vida en apoyo a las actividades culturales de nuestra ciudad y región y para muestra van dos botones: Ha sido promotora prima de la Camerata de Coahuila desde su inicio hasta nuestros días y fue la bujía que encendió el proyecto de convertir una vieja sala de cine, en nuestro flamante Teatro Nazas.

Ambos son familiares entre sí y pareciera que su mayor pecado es el de ser ciudadanos que han puesto su independencia y su responsabilidad personal, por encima de los compromisos partidistas incondicionales a los que sueles ser afectos los políticos de profesión. Ni ellos ni la familia a la que pertenecen merecen el linchamiento al están siendo sometidos por sembradores de cizaña, que consolidan sus posiciones políticas a partir de la ruina de la dignidad y el deterioro social que van dejando a su paso.

En Torreón al parecer todos somos Torres, porque formamos parte de una misma familia desavenida por el odio sembrado. Si el ayuntamiento que impuso a nuestra ciudad el gobierno de Humberto Moreira, no es capaz de procesar algo tan simple como una compra de terrenos y la licitación pública de una obra, es necesario que el Gobernador intervenga y desatore el proceso, pues ya no existe en Torreón un gobierno panista al cual echarle la culpa del encono y la parálisis.

Correo electrónico:

Lfsalazarw@prodigy.net.mx

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