"No somos verdugos."
General Guillermo
Moreno Serrano
La recomendación 45/2010 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos no deja muchas dudas. Es cierto que señala no poder definir quién mató a los estudiantes Jorge Antonio Mercado Alonso y Javier Francisco Arredondo Verdugo del Tecnológico de Monterrey, pero esto se debe al ocultamiento de información por parte de la Procuraduría de Justicia del Estado de Nuevo León y de la Secretaría de la Defensa Nacional. La información sugiere, aunque no afirme, que pudieron haber sido elementos militares quienes privaron de la vida a estos jóvenes.
La investigación de la CNDH deja en claro que las autoridades ocultaron información y mintieron cuando afirmaron que los muchachos, de quienes primero se negó incluso que fueran estudiantes, habían bajado de una camioneta Yukón desde la que supuestamente se agredió a personal militar. Tanto los testimonios de testigos como los videos de las cámaras de seguridad, sin embargo, ratifican que los jóvenes salieron de las instalaciones del Tecnológico de Monterrey donde habían estado estudiando antes de ser acribillados.
La simple mentira que podría justificarse por algún error se convirtió en maliciosa manipulación de las pruebas. A los cadáveres de los jóvenes se les plantaron armas que éstos no tenían en su poder al salir de las instalaciones del Tecnológico de Monterrey, como lo revelan los videos de seguridad de la propia escuela. Más preocupante es el hecho de que los cadáveres muestran señales de que fueron golpeados mientras estaban con vida, lo cual sugiere que fueron detenidos por los militares, golpeados y posteriormente ejecutados.
La recomendación 45/2010 de la Comisión Nacional de Derechos Humanos demuestra que los elementos del Ejército que han asumido el papel de policías en la actual guerra contra el narcotráfico están violando la ley abiertamente y cometiendo crímenes incluso peores que el narcotráfico que supuestamente deben combatir. El que al parecer hayan sido los soldados quienes mataron a estos dos estudiantes y luego modificaron la escena del crimen para ocultar lo ocurrido es realmente aterrador.
Algunos altos mandos militares se niegan a creer lo que señala la investigación de la Comisión de Derechos Humanos. El general Guillermo Moreno Serrano, comandante de la cuarta región militar en la que se encuentra Monterrey, declaró este pasado fin de semana: "No somos verdugos... Nosotros trabajamos con adiestramiento, con valores, respondemos a una agresión...". La recomendación de la CNDH es, sin embargo, contundente.
El gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, afirmó también: "No hemos ocultado nada. Todo lo que tenemos lo hemos aportado a la investigación que está llevando a cabo la Procuraduría de la República." La recomendación de la CNDH señala, sin embargo, que la Procuraduría de Nuevo León negó sistemáticamente información a la Comisión, a pesar de que al mismo tiempo estaba dando a conocer parte de esa información a los medios.
Quizá lo que más inquieta tras la lectura de la recomendación ofrecida por la comisión que encabeza el doctor Raúl Plascencia Villanueva es que la idea de que el Ejército sería una institución más limpia y respetuosa de la ley en su función policial dentro de la lucha contra el narcotráfico ha resultado falsa o ingenua. Cuando los soldados detienen a inocentes, los golpean y los matan, y posteriormente mienten y modifican la escena del crimen para que no se descubra su responsabilidad, no podemos decir que son mejores que los policías que antes realizaban esta función.
Una de las características de la intolerancia es atribuir cualquier diferencia de opinión a la mala fe o a la corrupción de los demás (nunca está uno mismo en falta). Cuando el cardenal Juan Sandoval Íñiguez acusa sin pruebas a los ministros de la Corte de haber sido "maiceados" por haber aceptado la constitucionalidad del matrimonio entre homosexuales hace gala de esta intolerancia.
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