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Maciel condenado: ¿y la Legión?

Plaza pública

MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA

El Vaticano parece perplejo ante la Legión de Cristo y el movimiento Regnum Christie. No tiene ya duda sobre su fundador, Marcial Maciel, a quien condena sin ambages. Pero duda sobre el futuro de la congregación y su apéndice laico. Por lo pronto, según su comunicado del primero de mayo, ha sujetado a los legionarios a una intervención, que será ejercida por un delegado cuyo nombramiento quedó pendiente. Y formará una comisión que estudie las constituciones de la Congregación, así como enviará un visitador a ocuparse de los miembros consagrados del brazo laico de la Legión,

En rigor estricto, para ser consecuente con el severo juicio que ha asestado a Maciel, el Vaticano debería decretar la dispersión de los legionarios y la puesta de sus bienes y sus actividades en manos de los obispos en que se hallan aquéllos y se realizan éstas. No parece lícíto cohonestar los frutos surgidos de las manos envenenadas de Maciel, a quien Roma acusa ahora, en lo que sería el extremo de un proceso inquisitorial al que no se le sometió de carecer de "auténtico sentimiento religioso". ¿Puede una institución creada para enseñar y practicar una genuina vida religiosa mantener la tensión espiritual precisa para esa misión si la creó un farsante, un simulador, calificativos que naturalmente se desprenden de quien disfrazó su falta de "auténtico sentimiento religioso"?

El viernes y el sábado pasados, el secretario de Estado de la Santa Sede, Tarcisio Bertones, se reunió con los cinco obispos a quienes el Papa encargó hace un año visitar a la Legión de Cristo, para hablar sobre los informes presentados por cada uno de ellos al término de su encomienda. En una de las sesiones estuvo presente el Papa Benedicto XVI, y al cabo de ambas se emitió un comunicado donde se describe el trabajo de los visitadores, se dibuja el nuevo retrato de Maciel y se exponen algunas vacilantes conclusiones.

Los comportamientos del fundador de la legión, dice oficialmente el comunicado vaticano, fueron "gravísimos y objetivamente inmorales" y "manifiestan una vida sin escrúpulos ni auténtico sentimiento religioso" para ocultar la cual el cotijense supo, "hábilmente", "crearse pretextos, ganarse la confianza, amistad y silencio de los que le rodeaban y reforzar su propio papel de fundador carismático"

Su fingimiento no fue completo. Si bien esa manera de ser "era desconocida para gran parte de los legionarios", el Vaticano sugiere abiertamente que en cambio otra parte estaba al tanto de la conducta de Maciel. Pero si no se atreve a enunciarlo de manera expresa, menos aun saca la consecuencia de esa suerte de complicidad o encubrimiento en que incurrieron miembros de la cúpula legionaria.

En México, por ejemplo, el trato con los hijos mexicanos de Maciel incluyó entre otros nada menos que al rector de la Universidad Anáhuac, Jesús Quince, en cuyo establecimiento cursó estudios la hija española del fundador, frutos todos de relaciones condonadas por los omisos subalternos de Maciel, que tienen ahora a su cargo la congregación, como Álvaro Corchera o Luis Garza, de cuya remoción se habla, pero a la cual no se refiere el comunicado del primero de mayo.

Según los visitadores, ésta no quedó indemne. La conducta de Maciel, "ha causado consecuencias serias en la vida y en la estructura de la Legión hasta el punto de que requiere un camino de profunda revisión". Pero algo detiene al Vaticano que no da los pasos concretos para revisar la estructura legionaria. Reconoce, sí, la "necesidad de redefinir el carisma de la congregación", pero conservando "el núcleo verdadero, el de la militia Christi que caracteriza la misión apostólica y misionera de la Iglesia". Admite asimismo "la necesidad de revisar el ejercicio de la autoridad" y anuncia que espera a los miembros de la Legión y del Regnum Christi un "camino de purificación" en que contarán con la ayuda de la Iglesia".

Una nota positiva del comunicado es la inclusión en el análisis de cuanto ha ocurrido en La legión, de quienes "han sido víctimas de los abusos sexuales y del sistema de poder aplicado por el fundador". A ellos, quienes contribuyeron a develar la funesta dualidad de Maciel con sus "testimonios incontrovertibles" dirigió el Papa, según el comunicado sabatino "su pensamiento" y su oración", "junto a la gratitud hacia quienes, a pesar de grandes dificultades, han tenido la valentía y la constancia para exigir la verdad".

Si a su edad conserva buena memoria, quizá el Papa Ratzinger tenga en mente a personas concretas que perseveraron en la denuncia de los abusos de Maciel, frente a los cuales él mismo resultó encubridor.

Es bien conocido que el ex legionario José Fernández Amenábar confió al sacerdote Alberto Athié el abuso de Maciel en su contra. Athié intentó denunciarlo ante el cardenal Norberto Rivera, quien groseramente lo desoyó. Entonces Athié elevó la mira: mediante el obispo de Coatzacoalcos, Carlos Talavera, pretendió que el propio papa Juan Pablo II se impusiera de los hechos. Pero el cardenal Ratzinger, el Papa de hoy, impidió que la denuncia llegara al trono pontificio advirtiendo que sería inútil por el aprecio que Karol Wojtila mantenía por Maciel, a quien llegó a exaltar como ejemplo para la juventud.

La filtración de que el cardenal Juan Sandoval sería el delegado pontificio para intervenir a la Legión ha sido desmentida por el propio arzobispo de Guadalajara. Esperemos a saber quién desempeñe el cargo para medir la intención papal.

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