Luego del festejo del nacimiento de Jesús, la conmemoración del Día de las Madres es el más popular; sin duda, como reconocimiento a la mayor protagonista en la creación y persistencia de la vida humana: la madre.
Si el hombre fue importante para la persistencia de la especie en el planeta, la mujer es, simple y sencillamente, la protagonista indispensable a través de toda la historia, más allá de su natural capacidad fisiológica para la fecundación, embarazo y parto; considérela en su participación activa para la sobrevivencia de los hijos procreados.
Sin duda, durante la era de las cavernas, ella fue la que cuidó, alimento, dio educación y conciencia familiar y social a aquellos primeros hijos del Homo sapiens, atenciones básicas para la sobrevivencia.
Los científicos han confirmado que fueron mujeres las encargadas de atender el cuidado de las cavernas y los hijos menores que en ellas se refugiaban; aquellas madres, de hace miles de años -probablemente desde 250,000 a.C.- fueron quienes respondieron del cuidado de las recolecciones, almacenamiento y aprovechamiento de frutos y la administración de productos de caza mayor, acarreados por el hombre.
Consecuentemente, en base a esos cuidados y aprendizaje sobre la vida, los primeros pobladores desarrollaron la habilidad para preservar la salud.
Recuerde que estuvieron a punto de desaparecer.
No es casualidad que las primeras esculturas artísticas que produjeron nuestros antecesores, fueran de cuerpos femeninos con grandes senos y prominente abdomen, exagerados intencionalmente para dejar constancia del reconocimiento a la gestación intrauterina y la alimentación láctea; como ejemplo, entre muchos, está la Madona de Willendorf, con aproximadamente 25,000 años a.C. de antigüedad.
La vida en las primeras civilizaciones -sumerios, asirios y babilonios- también tuvo un pilar fuerte en la mujer, que ya establecida cultivaba los primeros huertos familiares y muy importantemente sentaba las bases para el desarrollo de la conciencia y jerarquización de valores sociales y religiosos.
Estuvo presente, como hasta ahora, en los momentos críticos de la vida de sus descendientes: aseándolos, alimentándolos, curándolos y cuidándolos, hasta que arribaran a la edad madura, cuando se independizan para crear sus propias familias.
Los primeros pobladores del mundo, hasta la aparición de los monoteístas, siempre mantuvieron el reconocimiento a la madre, evidencia de lo anterior fue la continuidad en la idolatría a representaciones de diosas femeninas, entre ellas Acera, diosa de la fertilidad, o Rea, madre de dioses del Olimpo griego.
Luego, cuando los primeros monoteístas -judíos, cristianos y musulmanes- dieran una imagen masculina a Dios, persistió el reconocimiento a la mujer, aunque ahora sometida a la supuesta superioridad del hombre.
De cualquier forma, al no poder mantener el culto a Isis de los egipcios o a la Astarte, fenicia, los judeocristianos retoman la imagen de la madre, representada por la Virgen María procreadora de Jesús, como compensación a esa necesidad de reconocimiento y atención a la mujer.
El resto de la historia, hasta nuestros días, es similar: la mujer madre enfrentando el reto de gestar, parir y cuidar a los nuevos humanos y atender las necesidades de ellos, hasta desarrollarlos, para dejarlos partir a fundar sus propias familias.
En la actualidad, la mujer sigue siendo el centro de la familia, ejerciendo un matriarcado envuelto por el disimulo, teniendo además nuevas responsabilidades, incluidas las laborales y el acarreo de recursos económicos para sostener el hogar y sus integrantes.
Esa es la trascendencia que tiene la mujer madre, misma que se reconoce en todos los rincones del mundo, aunque se haga en diferentes fechas, consecuencia de las culturas y tradiciones propias de los pueblos; caso de Inglaterra, donde la festejan el cuarto domingo de cuaresma; otros toman el segundo o tercer domingo de mayo, como: España, Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Brasil, China, Canadá, Colombia, Dinamarca, Ecuador, Estados Unidos, Filipinas, Finlandia, Grecia, Holanda, Italia, Japón, Perú, Puerto Rico, República Checa, Suiza, Venezuela, etc; o el diez de mayo, cuando son festejadas en Arabia Saudita, El Salvador, Emiratos Árabes Unidos, Guatemala, India, Malasia, México, Qatar o Singapur, por ejemplo.
Ana Jarvis, de Philadelphia, luego de la muerte de su madre en 1905, decide escribir a maestros, religiosos, políticos, abogados y otras personalidades para que la apoyen en su proyecto de celebrar el "Día de la Madre", que finalmente es adoptado en 1914, por el Congreso de EUA, aprobando la fecha, declarándola fiesta nacional.
Con los antecedentes escritos, podemos darle dimensión reflexionada al festejo que hacemos en casa a mamás y abuelas, que desgraciadamente es solamente un día al año, cuando nos portamos lo mejor posible y nos acercamos con algún presente.
Curiosamente, sirve para el disfrute de toda la familia, con comidas y reuniones que requieren trabajo de la festejada.
Ojalá que este año las atendamos mejor y hagamos planes para que ellas sean las que disfruten el día. ¿Le parece?