L O cierto es que no encontraron otra manera de terminar con un sindicato cuya directiva se encontraba renuente a alinearse al Gobierno, que desapareciendo a la empresa que le daba cobijo. La desaparecieron, como hacían los magos de las carpas de antaño, utilizando la fuerza pública como varita mágica. Así se disolvió la compañía de Luz y Fuerza, tal como voluta de humo golpeada por una invisible corriente de aire. Los hicieron, como quien dice, perros del mal. Con un simple decreto presidencial los borraron del mapa, procediendo a liquidar a los trabajadores que aceptaron prestaciones que individualmente resultaban aparentemente muy atractivas. Los trabajadores de algún modo resistieron permaneciendo fieles a su gremio. Las cosas no pintaban bien para los sindicalizados, pues las presiones estaban a la orden del día, o aceptaban lo que la Secretaría del Trabajo les ofrecía o con el paso del tiempo perderían la oportunidad de reclamar cualquier derecho. Los dirigentes sindicales se movían en una línea muy estrecha, rodeados de trampas que podía llevarlos a la clandestinidad. A pesar de estar bloqueados todos los caminos, no claudicaron.
No había de otra, se dijeron los obreros ajustándose el cinturón, había que usar el recurso extremo de una resistencia pacífica: la Huelga de Hambre. Varios trabajadores se abstuvieron de ingerir alimentos hasta en tanto no se hubieran satisfecho sus peticiones. La cosa era poner a los hombres en el Gobierno en un predicamento, esto es, accedían a conceder lo que demandaban los trabajadores o en la desesperación propiciada por la sordera de aquellos, llegarían de ser necesario hasta la inanición. En anteriores ocasiones, gobiernos de corte facistoide, obligaban a los huelguistas a acabar con su movimiento haciéndolos comer a la fuerza, esta vez, sin embargo las cosas caminan por donde debe ser. Los trabajadores, tarde o temprano, lograrán sus propósitos. A menos que el secretario de Gobernación se eche para atrás, desconociendo lo que el secretario general del sindicato dijo que el Gobierno reconocería oficialmente al Comité Central del SME , al secretario general y que éste asuma la representación jurídica del sindicato.
Los trabajadores habían seguido el ejemplo de Mahatma Gandhi, declarándose en huelga de hambre. Gandhi, (1869-1948), político, abogado y pensador, logró que las potencias de su época reconocieran a la India como una nación libre y soberana. "Dicen que soy un héroe, yo débil, tímido, casi insignificante, si siendo como soy hice lo que hice, imagínense lo que pueden hacer todos ustedes juntos", así se expresaba uno de los grandes revolucionarios e ideólogos del Siglo XX ejemplo de voluntad, austeridad, ética y liderazgo. El sindicato logró, como primer paso, que se volvieran a sentar en la mesa de pláticas. Lo que dijo su dirigente de que el Gobierno reconocería su calidad de dirigente que le daría la toma de nota a los 26 integrantes de la dirigencia sindical electricista, hasta la fecha, está en veremos. Se dijo que la toma de nota es un acto jurídico necesario para que las personas con la representación reclamen los bienes de su organización, tengan acceso a los recursos financieros, pudiendo acreditarse yendo a los tribunales laborales a emplazar a huelga y firmar contratos colectivos de trabajo.
Si no hay avances en el diálogo con Gobernación se romperá la tregua. Se anuncia que se les han unido los líderes del STUNAM y el de los telefonistas. Ahora se ve que anteriormente no hubo ningún acuerdo. Se habla de que el Sindicato Mexicano de Electricistas, si las pláticas se alargan, tomará el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. ¡Cuidado¡ El saboteador se equipara al terrorista. Si suspendieron unilateralmente la huelga de ayuno, no se sabe por qué, pero la decisión de radicalizar con una medida extrema indica que están perdiendo la cabeza. Es una rudeza innecesaria. Ojalá rectifiquen. Hasta ahora representaban el papel de víctimas; eran las caperucitas rojas en el bosque donde acechaba el Lobo Feroz. Lo otro, pretender desquiciar los servicios de la terminal aérea en el D.F. tiene sus bemoles. Lo menos le estarían abriendo la puerta a la violencia. Creo que no deja de ser una fanfarronada. Se vale hacerla tal como están las cosas. Sembrar preocupaciones en el Gobierno, puede ayudar a su movimiento. En fin, puede tratarse de una estrategia consensuada con el recién desempacado secretario de Gobernación, enhorabuena si así es.