"Noticia es lo que alguien
Quiere suprimir. Todo
Lo demás es publicidad."
Reuven Frank
ACAPULCO.- En una de esas notas perdidas en las páginas interiores de los periódicos me entero que los operadores turísticos están estimando que habrá una caída de hasta 70 por ciento en el número de springbreakers que lleguen a Acapulco este año. Dos son las razones. La primera, la crisis económica internacional. La segunda, la creciente reputación de violencia de nuestro país.
Contra la crisis económica, la única cura es el tiempo para que la recuperación que ya está comenzando tenga sus efectos. El problema de prestigio es mucho más complicado y duradero.
Cada vez que se da a conocer una ejecución masiva o algún otro acto de violencia, la imagen de nuestro país se deteriora. Los padres de familia en Estados Unidos o Canadá les suplican hoy a sus hijos no ir a México en sus vacaciones de primavera. Y a pesar de que mucho se ha cuestionado a los springbreakers en nuestro país, hoy que están dejando de venir nos damos cuenta de que los ingresos que traen son importantes.
Para el Gobierno, la perversidad de los medios mexicanos es la responsable del problema de imagen. En varias ocasiones el presidente se ha quejado de que nuestros medios hablan mal de México mientras que en otros lugares, como Brasil, supuestamente no se denuncia lo que ocurre en el país.
En su conferencia de prensa del 25 de febrero el presidente cuestionó a los medios por difundir el contenido de las llamadas narcomantas: "Claro que si uno ve la prensa nacional, desde luego que la manta que dejan, además, en un pueblo, un recado de fulano para zutano, o lo que no tenemos, lo que nos cuesta a cualquiera de ustedes o al Gobierno pagar una primera plana de varios millones de pesos, eso sí aparece en primera plana y a todo color."
El presidente parece estar ya en esa etapa de su Gobierno, a la que han llegado todos sus predecesores, en que se culpa a los medios de los problemas. Pero los medios tienen la obligación de difundir lo que inquieta e interesa a la población, y los llamados narcomensajes son una innegable fuente de preocupación para los mexicanos. No difundir su contenido sería una falta de responsabilidad, pero además ayudaría a fortalecer la idea, ya presente en muchos mexicanos, de que los medios ocultan la información más inquietante de la actuación del crimen organizado.
No es la difusión de narcomensajes la que está mandando el mensaje de que México es un país inseguro. La principal razón son las ejecuciones mismas, cada vez más salvajes y cotidianas. La otra es la propia acción del Gobierno. Los retenes de militares encapuchados y armados en carreteras y caminos no mandan el mensaje de que México es un destino tranquilo y acogedor.
Sorprende que el presidente se queje de que tiene que pagar millones de pesos para comprar una primera plana. Me pregunto a qué periódico se la está comprando. La verdad es que no lo necesita. No hay medio en el país que no dé cobertura amplia a cada presentación y a cada palabra del presidente. Además, el Estado tiene tiempos gratuitos en los medios electrónicos, los cuales no existen en los países democráticos, con los que bombardea constantemente de propaganda a los ciudadanos.
No son los medios de comunicación los que están generando el deterioro de la imagen de México. Es más bien el fracaso del Estado en su responsabilidad de proteger a los ciudadanos además de un despliegue monumental de soldados y policías federales en el país.
El terremoto de Chile de 8.8 grados del 27 de febrero fue 501 veces más intenso que el de 7.0 grados de Haití. El menor daño y número de muertos se deben a la mayor lejanía del epicentro de los centros de población y a su mayor profundidad, pero también a la mejor construcción en Chile. Según el U.S. Geological Service, la zona costera de Chile ha sufrido 13 sismos de 7.0 grados o más desde 1973. En esta zona tuvo lugar el mayor sismo en 200 años de registro: de 9.5 grados en 1960.
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