Nada de eso, pasaba algo muy sencillo, el Ayuntamiento de Torreón decidió pintar los señalamientos de dicho boulevard en pleno fin de semana, después del comentado partido final y a las dos de la tarde. ¿Qué se origino con esto? Un verdadero caos, primero porque no se organizaban los encargados de bloquear la vialidad, seguido porque había "pinta manitas" por todos lados y uno que otro visitante por el periodo vacacional y el espectáculo futbolero.
Piense mi estimado lector por un instante, ¿cuál es el mejor horario para remodelar una arteria principal en una ciudad de varios miles de habitantes? ¿Se necesita mucha ciencia? La verdad parecería que no, pero eso fue lo que sucedió en la ciudad de Torreón.
No sé si recuerda hace algunos años y administraciones, desde luego, se decidió en la Ciudad de Gómez Palacio pintar las principales vialidades y la programación se hizo de tal manera que al despertar los habitantes se sorprendían al ver las avenidas con señalamientos recién pintados. En otras palabras una excelente labor. ¿Qué hubo detrás de esto?, pues algo básico: planeación, ya que los empleados, desde luego coordinados por alguien, hicieron su trabajo en un horario donde transita menos gente, no hay eventos deportivos importantes y sobre todo con señalamientos adecuados.
Desafortunadamente lo que pasó en la ciudad de Torreón suele pasar en otras ciudades del país debido a que la gran mayoría de las obras son planeadas con tintes partidistas y no para el bienestar de los ciudadanos. Es cierto, no en todos los lugares sucede y sí es un beneficio darle una manita de gato a la ciudad, pero si se hiciera con planeación y las medidas adecuadas otro gallo nos cantara.
Por tal motivo sería importante considerar una organización y una planeación adecuada que permita visualizar los objetivos y sobre todo evaluar las fallas para poder mejorar de manera continua. En otras palabras, aprender del sector privado para aplicarlo al público, porque si no, pasaría lo que en el Ayuntamiento de Lerdo: que se multara a quien se encuentre desayunando en horas de trabajo, lo cual es una incongruencia de los dos lados, los empleados por comer dentro del ejercicio de sus responsabilidades y de las autoridades por tratar a sus empleados como niños chiquitos.
Mi humilde recomendación sería que para planear necesitaríamos un administrador, para conducir un chofer, para problemas dentales un dentista, pero no tener un ingeniero dando terapia y un doctor construyendo un edificio. ¿No le parece?
¡Hasta la próxima semana!
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