Durante muchos años la población mexicana celebra el día de los difuntos, algunos con las tradicionales calaveras, otros con el popular altar y otros más lo toman como un puente y la oportunidad para descansar o hacer alguna fiesta aprovechando los días feriados.
Pero, ¿por qué festejar la muerte? ¿Por qué en lugar de entristecernos nos alegra? Dentro de la población mexicana existen varios factores que influyen en nuestra manera de pensar, sólo basta recordar a nuestros ancestros mayas o aztecas, que le daban un papel preponderante a la muerte tomándola como un honor morir sacrificado en ofrenda a alguna deidad.
Pensar que para todos es igual sería una utopía, ya que algunas personas le dan a la muerte la condición de una etapa para pasar a otra vida en la que se gozará o sufrirá de acuerdo a lo hecho durante la existencia, algunos otros lo tomarán como el fin de ésta, que puede ser vivida de tal o cual manera asumiendo las consecuencias en la misma vida.
Otros individuos tomarán la vida como una reencarnación de algunas otras que se han vivido en el pasado y en la actualidad muchos de nuestros jóvenes toman la vida como algo efímero y que debe ser vivido con extrema intensidad y sin tomar en cuenta las consecuencias.
Sin embargo todas estas diferencias tienen un común denominador que es el sufrimiento por el ser amado que dejó de estar en este mundo, sufrimiento que muchas de las veces es negado por las personas y se transforma en festejo y celebración.
¿Es esta una característica del pueblo mexicano? Pensaríamos que sí, aunque incluye dos formas de ver el fenómeno como muchos otros en nuestro querido México: El sentido del humor y la negación.
Este último implica un proceso psicológico interesante, ya que se dice que la negación es no aceptar algo, evitando el dolor que eso implica. Un ejemplo de esto lo podemos ver cuando la esposa a pesar de ser violentada por el marido, decide fijarse más en los atributos positivos del cónyuge, evitando tomar en cuenta los aspectos violentos, que de ser así la llevaría a una crisis que se supone debería enfrentar y a su vez tomar una decisión.
El sentido del humor va ligado con esta negación, debido a que en muchas ocasiones más vale sonreír que llorar. Usted puede recordar esa frases significativa de algunos conciudadanos que dice: "Mejor me río porque llorar no puedo" o también "al mal tiempo buena cara". De hecho es más aceptada la conducta simpática y el buen humor que la conducta lastimera y deprimida, a pesar de que la tristeza y la nostalgia es parte del desarrollo sano de cualquier ser humano.
Pero volviendo a la celebración, ¿cuál sería su objetivo? Encontrar una sola razón sería demasiado pretencioso y se dejaría de lado las diversas manifestaciones del evento. Desde luego habrá gente que tome esto como la oportunidad de tomar un descanso merecido y unirlo a un festejo norteamericano muy arraigado dentro de la población mexicana como es el halloween, que muchas de las ocasiones goza de más popularidad que el mismo Día de Muertos, sobre todo entre los jóvenes.
Una parte muy importante de la población, sobre todo los adultos, aprovecharán la oportunidad para recordar a esas personas significativas en la vida, iniciando desde la mañana con la asistencia a algún centro religioso, asistiendo al panteón para darle una manita de gato al sepulcro de sus seres queridos y pasar un momento de meditación y remembranza con los integrantes de la familia.
Sin embargo, como mucho de lo que pasa en nuestro país, los jóvenes de ahora no toman en cuenta la tradición y lo que debería de representar este día, ya que no sólo es lo que mencionamos, sino la oportunidad de recordar e incluso agradecer a las personas que fueron importantes para nuestros padres, abuelos o algunos otros familiares.
Introducirse en el discurso de que las tradiciones americanas son más fuertes que las mexicanas crearía una discusión aparte de estéril ya muy añeja y que no resuelve el conflicto.
En estos momentos en que nuestro país requiere que los jóvenes tomen la batuta del desarrollo social, económico y político del país, sería importante que rescataran las tradiciones de nuestro pueblo, que no sólo ubiquen los defectos que como país tenemos y sobre todo transformen las instituciones que tan poca credibilidad, y con justa razón, han tenido últimamente.
Pensar que los jóvenes no tienen un futuro por el desempleo, la falta de oportunidades, la poca o nula educación y competitividad que existe en el país sería resignarse a que nuestro futuro no tenga rumbo.
Por tal motivo, la celebración de este 2 de noviembre debería de ser un ejemplo para la población de que como mexicanos podemos aprender y valorar nuestras tradiciones, que muchos países ya desearían.
O usted ¿qué opina?
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