Protesta. El periodista michoacano Irineo Mujica Arzate se encadenó frente al Instituto Nacional de Migración.
El silencio mata. Con esta frase, Irineo Mujica Arzate resumió la represión y el abuso de poder que padeció luego de que agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y elementos de la Policía Municipal de Puebla lo agredieron al realizar un documental sobre la travesía de los migrantes centroamericanos que pretenden cruzar la frontera Norte de México para ingresar a Estados Unidos.
Sin importar la lluvia, el frío de la noche y un arresto sin aparente fundamento, el periodista michoacano continuó con su huelga de hambre para exigir respeto a los derechos humanos.
Con los labios blanquecinos, varios hematomas en el tórax y un crucifijo que funge como única fortaleza, el también activista permaneció desde el sábado en la sede de la Estación Migratoria en Puebla, sin ingerir un solo alimento.
Encadenado a un poste de energía eléctrica, vio pasar distintos climas sin inmutarse. Con notable cansancio, debilidad y hasta dolor, el reportero de 39 años exigió justicia.
Se hizo acompañar por una cartulina con la leyenda 'Huelga de hambre, el INM me robó y golpeó' y así esperará -dijo- por cientos de minutos hasta que la Comisión Nacional de Derechos Humanos intervenga.
Relató desde cómo agentes del INM lo patearon y golpearon hasta cuál fue el argumento de la corporación policiaca local para asegurarlo.
Recalcó que no claudicará en su lucha, pues su intención sólo era retratar las condiciones indignas que protagonizan los migrantes centroamericanos.
Lamentó la actitud de los funcionarios federales así como de los locales quienes no respetaron su libertad para manifestarse.
Con pocas, muy pocas palabras, el comunicador independiente pidió un trato respetuoso a los indocumentados así como para toda persona.