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Marcelo Ebrard y la Ciudad

GENARO LOZANO

"A veces ciudades diferentes se suceden sobre el mismo suelo y bajo el mismo nombre, nacen y mueren sin haberse conocido, incomunicables entre sí."

Italo Calvino

A ciudad es una ficción. Ese enorme espacio que aglutina los sueños y aspiraciones de quienes la habitan, física o mentalmente. Esa abstracción a la que aspiran muchos que no la viven y ese engendro que sufren quienes duermen en ella. Y la ciudad es una realidad. Ese espacio en el que millones de cuerpos, o almas, chocan entre sí, se huelen el sudor en el Metro, se evitan y evaden en el auto, se saludan en sus parques públicos, se erotizan en sus rincones oscuros, se manifiestan en sus amplias avenidas o se refugian detrás de murallas que se piensan impenetrables. La ciudad no es una, son varias.

Así en este espacio que conocemos como la Ciudad de México se viven múltiples realidades todos los días, entre aquellos que nos movemos en un radio no mayor a 15 kilómetros y los otros, aquellos que se mueven y desplazan diariamente decenas de kilómetros desde las fronteras territoriales de la periferia, los suburbios y la mancha urbana hasta el centro o hasta el polo opuesto de los límites de esta realidad.

Hoy la Ciudad de México congrega a más de 3 mil funcionarios locales y regionales de unos 114 países del mundo, a quienes les presume el modelo de desarrollo urbano que en la última década se ha instrumentado para los 8 millones de seres que la vivimos y sufrimos todos los días.

Y en efecto, esta ciudad en todas sus reinvenciones, con sus palacios y sus aires y desaires, con todos sus defectos y virtudes, ha sido referente desde tiempos de la Colonia española. Marcelo Ebrard, el jefe de Gobierno capitalino, presume ante los delegados el proyecto de una ciudad con equidad, con los índices de violencia más bajos en un país que se encuentra en guerra, con un marco de derecho liberal, en una ola de regresiones conservadoras, y con una incipiente agenda verde, no sin sus contradicciones.

Sin embargo, y lo sabemos todos los que vivimos en ella, vivir en la Ciudad de México es también una batalla diaria. Recorrer 10 kilómetros en auto privado puede llevarte hasta 2 horas o más; salir y usar sus aún poquísimas ciclovías es arriesgarte a caer en un bache o a ser atropellado por automovilistas que te miran con la extrañeza con la que se ve al otro que no se conoce; utilizar el transporte público si eres una persona discapacitada no es opción; dedicarte al trabajo sexual si eres una mujer transexual equivale a caer en las garras de una Policía que vive de mordidas; intentar estacionarte en una zona comercial es tarea imposible si no sucumbes a la red de franeleros coludidos con autoridades delegacionales, policiales y hasta con los porteros de tu propio edificio; salir a manifestarte a una cumbre conlleva el riesgo de que la Policía te detenga, como en efecto sucedió este viernes con un grupo de manifestantes contra la supervía. La ciudad después de todo no es como la pintan.

El ejercicio de esa Cumbre de Alcaldes es imaginar qué ciudades deben planearse o reconstruirse de aquí a 2030, contrastar los problemas y las soluciones que se han instrumentado en otros lados y promover el desarrollo de las ciudades bajo el eje rector del llamado desarrollo sustentable y la movilidad urbana, dos de las tareas pendientes para Ebrard y para quien sea que lo suceda en 2012.

En efecto, las ciudades que han logrado movilizar a más personas de forma más eficiente, rápida, segura y amigable con el medio ambiente son aquéllas donde se han impulsado estrategias para reducir el uso de automóviles privados, como el mejoramiento de la red de transporte público, un Metro seguro que funciona las 24 horas o el establecimiento de parquímetros que reconceptualizan la calle como un servicio público más, que reducen el uso del automóvil y que dotan a las ciudades de recursos para infraestructura, como ha señalado Xavier Treviño, director del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo.

La Ciudad de México tiene en efecto mucho que presumir a los alcaldes que acudieron a la cumbre y a los delegados que acudirán a la Cumbre Climática Mundial de Alcaldes (CCLIMA), que también se celebra en la Ciudad de México la semana próxima. Marcelo Ebrard tiene de qué presumir, pero la construcción de una ciudad más equitativa, más limpia, segura y sustentable es un proyecto inacabado. Las ciudades son seres vivos, son proyectos en eterno cambio.

Politólogo

E Internacionalista

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