Al caminar por la vida, vamos descubriendo que Dios vive la vida con nosotros y es constante en medio de las inconsistencias de la experiencia humana. Dios siempre está con nosotros, animándonos, inspirándonos, induciéndonos a seguir adelante, a vivir, a hacer... para que seamos dignos de ser sus hijos. Dios está involucrado en cada momento de la experiencia humana. Llamado o no, Dios está y estará presente. Dios eligió estar en nuestro mundo y continúa vivo dentro de él. Dios no controla nuestras vidas porque respetuosamente nos legó el libre albedrío, pero sí las está experimentando junto a nosotros. El propósito principal de la religión es permitirnos tomar conciencia de la conexión que tenemos con Dios.
En la segunda Epístola a los Corintios (12:8-9), San Pablo relata que pidió a Dios resolver un grave problema físico. La respuesta de Dios es simple: "Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad" (2 Co 12, 9). Dios no respondió a la petición de San Pablo con un sí o con un no. Dios pareció decir: "Pablo, yo no cambio las cosas. Doy la gracia a las personas para que puedan manejarlas lo mejor posible... y en definitiva yo doy el pleno sentido, ten fe en mí". La gracia no significa que Dios cambie las cosas, sino la certeza de que Dios está con nosotros, y que en Él ponemos nuestra esperanza. La gracia es un don de Dios, es la presencia de Dios en nosotros que nos asegura su amor a pesar del mundo caótico en el que vivimos. La gracia es Dios presente y vivo, vivo en nuestros dolores y miedos más profundos, que nos lleva a convertir, por la fe, la derrota en victoria, la desgracia en honor, el desconsuelo en esperanza, el miedo en fe, el odio en amor y aun la muerte en Vida. Sólo a través de la gracia de Dios podemos comprender con aceptación cristiana que la vida es un riesgo vivirla, que muchas cosas duelen y que a veces llevamos el riesgo de quedarnos a mitad del camino.
Al caminar por la vida, vamos descubriendo que Dios vive la vida con nosotros y es constante
en medio de las inconsistencias de la experiencia humana. Dios siempre está con nosotros,
animándonos, inspirándonos, induciéndonos a seguir adelante, a vivir, a hacer…para que seamos dignos
de ser sus hijos. Dios está involucrado en cada momento de la experiencia humana. Llamado o no, Dios está y estará presente. Dios eligió estar en nuestro mundo y continúa vivo dentro de él. Dios no controla nuestras vidas porque respetuosamente nos legó el libre albedrío, pero sí las está experimentando junto a nosotros.El propósito principal de la religión es permitirnos tomar conciencia de la conexión que tenemos con Dios.
En la segunda Epístola a los Corintios (12:8-9), San Pablo relata que pidió a Dios resolver un grave problema físico. La respuesta de Dios es simple: “Te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en la debilidad” (2 Co 12, 9). Dios no respondió a la petición de San Pablo con un sí o con un no. Dios pareció decir: “Pablo, yo no cambio las cosas. Doy la gracia a las personas para que puedan manejarlas lo mejor posible… y en definitiva yo doy el pleno sentido, ten fe en mí”. La gracia no significa que Dios cambie las cosas, sino la certeza de que Dios está con nosotros, y que en Él ponemos nuestra esperanza. La gracia es un don de Dios, es la presencia de Dios en nosotros que nos asegura su amor a pesar del mundo caótico en el que vivimos. La gracia es Dios presente y vivo, vivo en nuestros dolores y miedos más profundos, que nos lleva a convertir, por la fe, la derrota en victoria, la desgracia en honor, el desconsuelo en esperanza, el miedo en fe, el odio en amor y aun la muerte en Vida. Sólo a través de la gracia de Dios podemos comprender con aceptación cristiana que la vida es un riesgo vivirla, que muchas cosas duelen y que a veces llevamos el riesgo de quedarnos a mitad del camino.
jacobozarzar@yahoo.com
