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PROYECTO MAGDALA

JACOBO ZARZAR GIDI

Al Sur de Palestina, en la ciudad Santa de Jerusalén (llamada también “Alkúds”, que significa “La Sagrada”, por haber muerto allí Nuestro Señor Jesucristo), existe el Centro Notre-Dame (Nuestra Señora). Se trata de un lugar estratégicamente situado a tan sólo dos cuadras de la parte antigua de Jerusalén, muy cerca de la Vía Dolorosa y del Santo Sepulcro. Este majestuoso “castillo” que vale la pena conocer, hospedarse y rezar en él, fue construido a partir del año 1884 cuando se depositó la primera piedra por los Padres Asuncionistas franceses. Después de veinte años de continuos esfuerzos, incluyendo la ayuda generosa de muchas personas, “La Casa” -como se le conocía también, fue completada y coronada con la gran estatua de Nuestra Señora, Reina de la Paz, cargando entre sus brazos al Niño Jesús. De esa manera, el Centro de Notre-Dame comenzó a ofrecer hospedaje y servicios de calidad a los peregrinos que llegaban a Tierra Santa.

Durante el conflicto árabe-israelí (1967), el edificio sufrió severos daños que posteriormente fueron reparados. Como consecuencia de la guerra en contra de las pacíficas poblaciones civiles palestinas, disminuyó dramáticamente el turismo a Tierra Santa, y los Padres Asuncionistas Franceses ya no pudieron conseguir los recursos necesarios para su mantenimiento, por lo que decidieron venderlo en el año 1970 a Hamenuta -una rama del Fondo Nacional Judío, el cual lo donó a la Universidad Hebrea de Jerusalén para ser usado como residencia de estudiantes. La Santa Sede en Roma -muy molesta por lo acontecido, no estuvo de acuerdo con esa venta en la cual no se le tomó en cuenta, y en el año 1972 -gracias a la Divina Providencia, el Vaticano adquirió el valioso edificio después de hacer varias gestiones diplomáticas y ofrecer un sobre precio que acabó por convencer a los inversionistas judíos.

A partir de ese momento, La Santa Sede le “puso un candado”, y ya no se puede volver a vender sin su autorización directa. Años después, el Papa Paulo VI aprueba un proyecto especial para la restauración de Notre-Dame con la finalidad de continuar recibiendo peregrinos en Tierra Santa. El Papa Juan Pablo II lo erigió como Instituto Pontificio, llamándolo “Un Lugar Sagrado Ecuménico”. Varios meses antes de fallecer, Juan Pablo II tuvo la brillante idea de entregarlo en custodia a los sacerdotes que integran la orden de los Legionarios de Cristo que lo han estado promoviendo a nivel mundial para que sea visitado cada año por miles de peregrinos. Tomando en cuenta que para los cristianos, Galilea es la segunda área más importante en Tierra Santa, después de la ciudad de Jerusalén, los sacerdotes pertenecientes a la orden de Los Legionarios de Cristo desean extender los objetivos religiosos, culturales, caritativos y educativos del Centro “Notre Dame”, a Galilea en el norte de Tierra Santa.

En Galilea se localizan pueblos y ciudades muy queridas para el mundo cristiano, tales como Nazaret, Caná, Cafarnaúm, Betsaida, Magdala y otros, que son testigos mudos de la vida pública de Jesús. A unos cuantos kilómetros de Caná se encuentra el Lago de Genesaret, llamado también Mar de Cristo, Mar de Jesús, Mar de Galilea y Mar de Tiberíades. Es un sitio hermoso, lleno de paz, donde Jesús inició su misión evangelizadora. En realidad no se trata de un mar, es un lago que aparenta ser tranquilo, pero que de vez en cuando provoca tempestades como las registradas en los evangelios cuando zarandeó la barca de Pedro. En ese lago, lleno de misticismo, Jesús enseña con autoridad en la sinagoga de Cafarnaúm; predica desde la barca de Simón: “En tu nombre Señor, arrojaré las redes”; cura a la suegra de Pedro, que al sentirse bien se puso a servirles; sanó a otros enfermos entre los que se encontraban: endemoniados, paralíticos y dementes. “Al caer de la tarde, todos los que tenían enfermos aquejados de cualquier clase de dolencias se los llevaron, y Él, imponiéndoles las manos, los curaba”. En los alrededores, Jesús llama a Mateo (un publicano recaudador de impuestos, que fue después un Apóstol, y escribió el primer Evangelio). Le dijo “sígueme”. Él se levantó y le siguió.

El “Proyecto Magdala”, que se pretende construir, además de ofrecer un servicio de alojamiento adecuado para los visitantes y servir como centro de espiritualidad y difusión de la vida pública de Cristo, ayudará a la preservación del lugar que es rico en significado religioso para los cristianos. Se propiciará una nueva presentación del evangelio y de los lugares santos, utilizando los modernos medios tecnológicos de comunicación, dirigida especialmente a los jóvenes. Se promoverá una nueva espiritualidad de la mujer, en un lugar tan emblemático como es Magdala -pueblo natal de María Magdalena, y se crearán fuentes de trabajo para trescientos palestinos de religión cristiana quienes tienen en el turismo su principal fuente de ingresos. La propiedad que adquirieron los sacerdotes Legionarios de Cristo con la ayuda generosa de muchas personas alrededor del mundo, está situada a las orillas del lago donde Jesús caminó varias veces para dar a conocer la Buena Nueva que su Padre le encomendó. Sin lugar a dudas se trata de un grandísimo regalo para la Iglesia Católica y para todos los cristianos que tienen depositada su fe en Jesucristo. Se trata de un proyecto inspirado por Dios y captado por la mente inquieta, inteligente, positiva, entusiasta y trabajadora de sus artífices.

¡Es una verdadera lástima que en el territorio donde nació Jesucristo y que es la cuna de nuestra fe, el 98% de los que allí viven, no reconozcan la Divinidad del Hijo de Dios! El proyecto de Magdala ayudará con toda seguridad a revertir ese porcentaje. Las excavaciones han sido por demás sorprendentes. En los primeros días se encontró “La Sinagoga de Magdala” del siglo 1°., es decir, de tiempos de Jesús, de sus apóstoles y de sus discípulos. Monedas, mosaicos pintados a mano, arcos, vasijas y otros muchos objetos que se han extraído de la tierra serán posteriormente exhibidos en un museo del edificio que ahora está en construcción. Actualmente colaboran alumnos y egresados de la Universidad Anáhuac de México Sur junto con un equipo de arqueólogos de la Universidad Nacional Autónoma de México, y varios voluntarios que han viajado especialmente para ser parte del proyecto. Por medio de un “escáner” de la tierra, en 15 días se supo con precisión dónde se encuentran los edificios, las calles y las diversas estructuras de la antigua ciudad de Magdala. Pero, ¿quién fue Santa María Magdalena? El nombre de María Magdalena aparece cuatro veces en el evangelio. Lo primero que se dice acerca de esta mujer, es que Jesús sacó de ella siete demonios (San Lucas 8, 2), lo cual es un favor grandísimo, porque una persona poseída por siete espíritus inmundos tiene que haber sido bastante infeliz. Esta liberación obrada por Jesús debió dejar en Magdalena una profunda gratitud. Posteriormente, la Magdalena se unió al grupo de las santas mujeres que colaboraban con Jesús y sus apóstoles. Lavaban la ropa, preparaban los alimentos, atendían a los enfermos, cuidaban de los pequeños y ayudaban a catequizar niños, mujeres y ancianos.

La tercera vez que el evangelio menciona a esta santa mujer es para decir que estuvo junto a la cruz, cuando murió Jesús. La ausencia de hombres amigos junto a la cruz del Redentor fue escandalosa. El único fue Juan, en cambio las mujeres se mostraron más valerosas en esa hora trágica y mortal que estremeció al mundo. Uno de los datos más consoladores del Evangelio es que Jesús resucitado se aparece primero a dos personas que habían sido pecadoras pero se habían arrepentido: Pedro y Magdalena. María Magdalena fue el Domingo de Resurrección por la mañana a visitar el sepulcro de Jesús: “Estaba María Magdalena llorando fuera, junto al sepulcro y vio dos ángeles donde había estado Jesús. Ellos le dicen: -¿Mujer, por qué lloras? -Ella les responde: -Porque se han llevado ami Señor, y no sé dónde lo han puesto. Dicho esto se volvió y vio que Jesús estaba allí, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: -¿Mujer por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el encargado de aquella finca le dijo: -Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré. Jesús le dice: “¡María!” Ella lo reconoce y le dice: “¡Oh Maestro! (y se lanzó a besarle los pies). Díjole Jesús: -Suéltame, porque todavía no he subido al Padre. Vete donde los hermanos y diles: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (San Juan 20, 11 al 17).

María Magdalena fue a anunciar a los discípulos: “He visto al Señor”, y relató las cosas que le había dicho (San Juan 20, 18). Esta mujer tuvo el honor de ser la encargada de comunicar la noticia de la resurrección de Jesús. “La historia de María de Magdala recuerda a todos una verdad fundamental: Discípulo de Cristo es quien, en la experiencia de la debilidad humana, ha tenido la humildad de pedirle ayuda, ha sido curado por él, y le ha seguido de cerca, convirtiéndose en testigo de la potencia de su amor misericordioso, que es más fuerte que el pecado y lamuerte. -Benedicto XVI, 23 julio, 2006.

jacobozarzar@yahoo.com www.magdalacenter.com

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