Violencia. Agentes de la Policía iraní inspeccionan el lugar donde se registró la explosión de una bomba en Teherán.
El terrorismo hizo acto de presencia en Irán, siete meses después que el país se haya sumido en la peor crisis política y social que sufre desde que en 1979 triunfara la Revolución Islámica.
Un artefacto en una motocicleta de pequeña cilindrada y al parecer accionado por control remoto, segó la vida de Masud Ali Mohammadi, profesor de Física en la Universidad de Teherán y, según el régimen, reputado experto nuclear.
El relato oficial afirma que el dispositivo estalló cuando el científico salía de su domicilio en un barrio acomodado del Norte de la capital y se disponía a abordar su vehículo para ir al trabajo.
El fiscal general de Teherán, Abas Yafari Dolatabadi, se apresuró a añadir que era un hombre "comprometido" con el régimen, información que después contradijo la página Web "Jaras", gestionada por la Oposición.
De acuerdo con el sitio de Internet, Mohammadi era partidario de la corriente reformista e incluso firmó un manifiesto en con otros docentes e intelectuales en favor del líder del movimiento opositor verde, Mir Husein Musaví.
Horas después del asesinato, el portavoz del ministerio iraní de Asuntos Exteriores, Ramin Mehmanparast, acusó a EU e Israel, enemigos enconados de Irán, de estar involucrados en el ataque, acusación que el departamento de Estado norteamericano calificó de "absurda".
"Es un acto inhumano perpetrado por agentes sionistas y mercenarios estadounidenses", denunció el funcionario iraní, citado por la televisión estatal.