"La riqueza sólo puede
Acumularse a través de las
Ganancias de la industria y los ahorros
De la frigalidad."
John Tyler
Muchos economistas de Estados Unidos, particularmente los que se precian de "progresistas", como Paul Krugman y Joseph Stiglitz, ambos ganadores del Premio Nobel y representantes del neokeynesianismo, han promovido una política para que los estadounidenses gasten más y ahorren menos. La contracción de la economía estadounidense en 2008 y 2009 era, a su juicio, producto de una conducta aborrecible: los consumidores, en lugar de gastar casi tanto o incluso más de lo que ganaban, habían empezado a ahorrar.
Estos progresistas economistas lograron convencer al Gobierno de los Estados Unidos, primero al encabezado por George W. Bush y después al de Barack Obama, de aumentar el gasto público a pesar de ser deficitario y de disminuir las tasas de interés por debajo de la inflación. En consecuencia lograron bajar la tasa de ahorro de la Unión Americana.
Este pasado 3 de mayo el Departamento de Comercio de Estados Unidos anunció que los ingresos personales de los estadounidenses aumentaron 0.3 por ciento en marzo mientras que el gasto se elevó en 0.7 por ciento. Para algunos economistas esto es un gran triunfo que impulsa a la economía hacia una recuperación más rápida de la que se esperaba. La consecuencia lógica, sin embargo, ha sido una disminución de la tasa de ahorro.
Si bien en la década de 1970 los estadounidenses guardaban hasta el 12 por ciento de su ingreso personal disponible, para el primer trimestre de 2008 habían reducido esta cifra al 1 por ciento. La crisis económica llevó a una lógica reacción de cautela, que hizo que en el segundo trimestre de 2009 los consumidores aumentaran su ahorro a 5 por ciento del ingreso (cifras del Bureau of Economic Analysis). El Gobierno y la Reserva Federal inyectaron entonces cientos de miles de millones de dólares a la economía y bajaron las tasas de interés a niveles negativos para lograr que los consumidores gastaran más y ahorraran menos. Así, los estadounidenses, que ahorraron 3 por ciento de su ingreso en febrero de este 2010, redujeron esta cifra a 2.7 por ciento en marzo.
No todo el mundo piensa que ésta es la forma más adecuada de construir prosperidad. Los chinos han mantenido durante décadas una tasa de ahorro de entre 30 y 40 por ciento de su ingreso disponible. Lo mismo hacen los sudcoreanos y los habitantes de otros países de Asia que registran cifras similares. Es verdad que estas altas tasas de ahorro sacrifican la satisfacción inmediata de los consumidores, pero han permitido a estos países registrar tasas de crecimiento muy superiores a las del resto del mundo.
Quizá castigar el ahorro impulse un crecimiento en el corto plazo, pero a la larga lo ideal es impulsar un crecimiento que se financie con un ahorro sano como lo ha hecho China y otros países del Asia sudoriental. Los mexicanos, si queremos promover un crecimiento sustentable, debemos promover ese ahorro en lugar de regresar a la senda populista que hoy promueven los nuevos economistas de "izquierda" de Estados Unidos, convencidos, como lo estuvieron en el pasado presidentes mexicanos como Luis Echeverría y José López Portillo, de que la clave de la prosperidad es que los consumidores gasten más de lo que ganan.
¿Debe el presidente Felipe Calderón ir al Mundial? El propio mandatario, quien apenas ayer llegó de su tercer viaje a Alemania, se siente al parecer incómodo con las consecuencias políticas de un viaje internacional más. Por eso, sin duda, la página de Internet de la Presidencia de la República pide la participación del público en una encuesta poco imparcial sobre el tema, la cual ofrece toda una serie de argumentos para que el mandatario vaya al juego inaugural con Sudáfrica el próximo 11 de junio. Quizá si el presidente no nos hubiera salido tan viajero, habría sido más fácil decirle: "Anda, vete y diviértete."
