Mayor gasto que nunca
Los políticos nos hablan constantemente de austeridad. Dicen que son cuidadosos con el dinero público y que todo lo que gastan es para beneficio de la sociedad. Si así fuera, sin embargo, México estaría mucho mejor de lo que está ahora.
En 2011 nuestro país tendrá su mayor gasto público en toda la Historia. Éste supera los 3.4 billones de pesos y equivale a 30 mil pesos por cada hombre, mujer y niño de nuestro país. Nadie puede argumentar, sin embargo, que los mexicanos estemos recibiendo una cifra siquiera similar a ese monto en servicios del gobierno.
De hecho, lo que se ha generado es una situación perversa. Los contribuyentes pagamos impuestos para cubrir servicios de educación, seguridad y salud. Pero al final no recibimos nada de eso. Si queremos una buena educación para nuestros hijos, tenemos que pagar escuelas privadas. Si queremos vivir seguros, debemos pagar servicios especiales a empresas privadas. Si necesitamos buenos servicios de salud, hay que pagar médicos particulares y un seguro de gastos médicos privado.
Son tan graves las fallas del Estado mexicano para proporcionar educación seguridad y salud -entre otros servicios- a los gobernados, que no son solamente los ricos quienes tienen que comprarlos de proveedores privados. Los propios políticos y funcionarios públicos lo hacen. Incluso el secretario de educación manda a sus hijos a escuelas privadas en nuestro país. Los funcionarios públicos viven en edificios y casas con guardias privados. Los legisladores y altos funcionarios cuentan todos con seguro de gastos médicos mayores, sólo que a ellos, al contrario de lo que ocurre con el resto de los mexicanos, es el Estado quien se los paga.
Mucho nos dicen que la razón por la cual el Estado nos cobra impuestos y los eroga en programas gubernamentales para lograr una mayor equidad entre los gobernados. Si es así, el gobierno mexicano ha fracasado radicalmente en este esfuerzo. A pesar de que ha transcurrido un siglo de la Revolución mexicana, casi el 50 por ciento de la población nacional vive en la pobreza. La desigualdad, medida por el índice de Gini, es una de las más pronunciadas del mundo. Solamente los países de África y algunos de Latinoamérica, como Brasil, que de hecho tiene un gasto gubernamental mayor que el nuestro, muestran niveles de mayor desigualdad.
La experiencia histórica en México nos demuestra que el Estado no ha sido capaz de generar igualdad con su gasto. Lo que sí ha logrado al concentrar un creciente monto de recursos en sus muy ineficientes instituciones, es obstaculizar el crecimiento económico y por lo tanto empobrecer más a los mexicanos.
No todos los habitantes del país, sin embargo, están en desacuerdo con que el gasto público es no sólo excesivo sino ineficaz. Tenemos un ejército de unos cuatro millones de burócratas, empleados de empresas paraestatales y funcionarios públicos. El número es muy elevado para un país de 110 millones de habitantes.
Es para esos cuatro millones que labora el Estado mexicano. Los trabajadores del Estado gozan de privilegios que los mexicanos que los sostenemos no podríamos siquiera soñar. Ellos, por ejemplo, no pueden ser despedidos ni sufrir una disminución de sus ingresos. Nosotros tenemos que esforzarnos constantemente para conservar el empleo o para evitar una caída de nuestros ingresos.
Quizá por eso, porque los burócratas, políticos y funcionarios viven en un mundo distinto al nuestro, siguen presionando para que continúe el aumento del gasto público. Después de todo, no hay mayor privilegio que ser mantenido por el trabajo de los demás.
www.sergiosarmiento.com
