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Mercenarios

Diálogo

YAMIL DARWICH

Con motivo del segundo centenario de la Independencia de México, continuemos con nuestros diálogos, revisando algunos datos sobre la soldadesca que llegó a América y reflexionando sobre el entonces y aquel entorno.

Los primeros ejércitos, estaban conformados por un acuerdo entre la corona y los conquistadores; un especie de ejército privado, formado por mercenarios que buscaban fortuna; obvio que los ricos y nobles peninsulares no tenían la motivación para participar, solamente los aspirantes a formar parte de la corte, hacer fortuna o poseer títulos nobiliarios.

Los conquistadores aportaban dinero, pagando los recursos humanos; los monarcas, la legitimización de lo conquistado. Se trataba de un verdadero convenio mercantil, del que la corona obtenía los mayores beneficios, caso del quinto real y otros porcentajes por diversos impuestos.

Por su parte, los conquistadores recibían la autoridad delegada por la corona y los privilegios -muchas veces desmedidos- sobre las tierras conquistadas, incluidos los habitantes y posesiones familiares; el ejemplo es Cristóbal Colón, que fue nombrado "Adelantado Mayor, Virrey y Almirante de la Mar Océano con Carácter Vitalicio y Hereditario", por medio de un documento llamado "Capitulaciones de Santa Fe".

Sin embargo, ese acuerdo documentado, no fue respetado por Fernando el Católico, que desconoció los derechos de Diego Colón, hijo del navegante.

Las Huestes de Conquista, estaban organizadas por los mercenarios voluntarios llamados "condotieros", que a su vez pactaban con un capitán o adalid, tratos que incluían detalles como: repartición de botines o reasignación de privilegios.

Ellos mismos se autofinanciaban, pagándose alimentos, armas y aportando caballo, cuando así les era posible.

Con el paso del tiempo, el propio rey vio la necesidad de incluir soldados pagados por la corona, quienes tenían la grave responsabilidad de cuidar sus intereses y asegurar el envío a España de su parte correspondiente; así, en la segunda travesía de Colón, se incluyó a veinte lanzas, jinetes de la "Hermandad del Reino de Granada".

El ejército real -enviado y subsidiado por el rey- estaba constituido por militares de oficio, quienes recibían paga; además tenían educación, entrenamiento y, sobre todo, un código militar de honor, lealtad, valentía y compañerismo.

Se vestían de uniforme, vivían en cuarteles, portaban estandartes que les identificaban y les unían saludos especiales, reconociendo rangos o grados, manteniendo disciplina, lealtad y reconocimientos al valor, lo que les nutría emocionalmente y hacía superiores en el campo de batalla.

Su disciplina, la uniformidad durante la marcha, acompañados de tambores, flautas y cornetas, les infundían especial valor; los indígenas y mercenarios, les tenían respeto -efecto psicológico- por sus costumbres militares, que habían adoptado de las huestes romanas.

Más adelante aparecieron fuerzas criollas, aunque procuraban, por cuestiones de seguridad y control, que la alta jerarquía de mando recayera en españoles.

Había "oficiales de entrada", que eran verdaderos funcionarios hacendarios, teniendo a su cargo asegurar la entrega de la parte correspondiente del botín a la corona.

Recuerde que las permanentes guerras sostenidas por España, con sus vecinos europeos, particularmente franceses, los obligaban a invertir fuertes cantidades en armas, equipamiento y pagas a soldados y mercenarios contratados para tal fin.

Tras los conquistadores, llegaron administradores públicos, con nombramientos y autoridad delegada por el Rey, provocando malestar entre quienes "abrieron paso a la conquista".

Al respecto, Francisco Pizarro, declaro: "En tiempos en que estuve conquistando la tierra y anduve con la mochila a cuestas, nunca se me dio ayuda y ahora que la tengo conquistada ya ganada me envían padrastros".

Para poder controlar el poder, la tierra y los conquistados, los españoles se valieron de los indios nobles y ricos, a quienes les llamaron "encomenderos", con derechos delegados para someter a la indiada, hacerle trabajar y pagar impuesto; a cambio, recibían prebendas y hasta posesiones, el derecho a vestido peninsular y utilizar caballos como medios de transporte y ayuda para la carga. En caso de rebelión, esos ejércitos les apoyaban en restaurar el orden y mantenerse en el poder con autoridad.

A algunos grupos indígenas los concentraban en "repúblicas de indios", verdaderos guetos o zonas de apartheid, establecidos en tierras menos productivas y, de ser necesario, custodiados por soldados pagados; aunque también debemos escribir que les daban protección del abuso español, que frecuentemente se presentaba.

Hubo casos de líderes indígenas que se rebelaron contra la opresión, que a la fecha son íconos de libertaria bravura, caso de Jacinto Canek, en Yucatán; Tupac Amaru, en Perú; o Tupac Katari, en Bolivia.

Con esa clase de ejércitos y las condiciones en que llegaban a América, era lógico el abuso y salvajismo aplicado, entre otras cosas los saqueos y violaciones, que en medio de la ignorancia de los arribados, algunos hasta con antecedentes penales, tenían considerados como sus "derechos", ganados con sus esfuerzos, inversiones y los sacrificios hechos durante el viaje, la guerra y estancia en América. ¿Qué le parece?

Ydarwich@ual.mx

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