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¿México del Norte?

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

La versión parece fantasiosa y hasta cierto punto descabellada pero ha cobrado fuerza al paso del tiempo al menos entre ciudadanos de ambos lados de la frontera.

Dice así la hipótesis: Estados Unidos ve con buenos ojos el recrudecimiento de la violencia en el norte de México porque le permitirá meter sus narices y sus tropas a territorio vecino.

De tiempo atrás México ha exigido a Norteamérica un alto en la venta y exportación de armas de alto poder y en el consumo de drogas.

Pero nadie toma en serio a los mexicanos y menos en los altos mandos de Washington en donde la responsabilidad de la violencia la achacan a las autoridades por corruptas, complacientes e ineficaces.

Lo dijo hace unas semanas la secretaria de Estado, Hillary Clinton, cuando advirtió que los cárteles de la droga se parecían cada vez más a un movimiento insurgente al lograr dominar varias regiones del norte de México.

Las palabras de Clinton levantaron revuelo y críticas en los medios y desde luego en el Gobierno de Felipe Calderón, por ello de inmediato el presidente Obama salió a desmentir públicamente a su cercana colaboradora, quien es a fin de cuentas la experta en asuntos internacionales.

En casi cuatro años la guerra contra el narcotráfico en México ha causado más de 30 mil muertes y daños económicos y sociales inmensos. La violencia es cada vez más intensa y sofisticada al grado de poner en jaque a las fuerzas armadas mexicanas en infinidad de ocasiones.

El último incidente ocurrió con la muerte de Ezequiel Cárdenas Guillén, mandamás del Cártel del Golfo, y cuyos sicarios aguantaron a plomo un enfrentamiento de más de tres horas en Matamoros antes de caer abatido por las balas de marinos mexicanos.

De no haber muerto el famoso capo, los militares habrían tenido que repeler a decenas de pistoleros que viajaban a bordo de 60 camionetas que se dirigían al lugar de los hechos pero recularon cuando recibieron la noticia de que su jefe había sido ultimado.

El poder del narco ha crecido a niveles insospechados al grado de controlar no sólo a sus estados bases como Sinaloa, Chihuahua, Tamaulipas y Baja California, sino que ya penetraron en ciudades antes seguras como Monterrey, Torreón y Durango.

El influyente diario The Washington Post revela esta semana un aumento en la ayuda del Pentágono para entrenar a militares mexicanos en la guerra contra los cárteles de la droga.

En tres años la ayuda económica se triplicó de 12.2 millones de dólares a 34 millones, montos que son reducidos en comparación a lo que gasta el Gobierno de Calderón en el combate al crimen organizado, pero que resultan muy significativos habida cuenta de la reticencia en la colaboración militar entre ambos países.

Más sorprendente resulta leer en la nota del rotativo las declaraciones de militares norteamericanos quienes reconocen haber enseñado a su contraparte mexicana técnicas y estrategias para combatir a grupos insurgentes.

"Hemos tratado de compartir muchas de las lecciones que hemos aprendido al combatir a organizaciones terroristas en Irak y Afganistán, afirma el general Víctor Renuart, recién retirado el Comando Militar del norte de los Estados Unidos.

Para el 2011 el Pentágono elevará a 50 millones de dólares su gasto para apoyar la seguridad en la frontera con México, cantidad adicional a los 1,500 millones de dólares que el Departamento de Estado ha destinado a combatir al crimen organizado a través de la Iniciativa Mérida.

Así las cosas, poco a poco y sin darnos por enterados, los militares norteamericanos se meten de lleno a combatir al narco en México, quizás porque ya necesitan otra guerra que los mantenga activos o porque simplemente Estados Unidos desea a mediano plazo controlar y promover el surgimiento de lo que sería el México del Norte.

Mucho más fácil y efectivo sería combatir desde territorio yanqui el flujo de armas y dólares hacia los cárteles mexicanos y ya no se diga al elevado número de adictos en Norteamérica, quien son a fin de cuentas quienes financian esta actividad perniciosa pero altamente redituable.

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