El secuestro y posterior asesinato del alcalde de Santiago, Nuevo León, evidencia la realidad de la lucha contra el crimen organizado en México: mientras los delincuentes preparan sus acciones con toda anticipación y realizan movimientos previos para asegurar su éxito; el Gobierno reacciona improvisadamente ante hechos consumados.
Si esto fuera un juego de ajedrez: mientras los narcos con cada movimiento de pieza preparan las siguientes tres o cuatro jugadas; las autoridades tienen que revisar las tres o cuatro jugadas previas para intentar comprender la estrategia del rival.
En este caso la secuencia es la siguiente: el jueves 12 de agosto, uno de los escoltas asignados al alcalde fallece y otro resulta herido, en lo que aparentemente fue un accidente automovilístico; el domingo 15, la delincuencia organiza 31 bloqueos en calles y avenidas del área metropolitana de Monterrey, entre las 8:30 y las 11:00 de la noche, uno de ellos en el crucero de Avenida Eugenio Garza Sada y Lázaro Cárdenas, en dirección precisamente hacia Santiago; en los primeros minutos del lunes 16, máximo una hora después de que habían provocado caos vial en el área metropolitana, secuestran -en su domicilio- al alcalde Edelmiro Cavazos; y, el viernes 21, las autoridades estatales dan a conocer la detención de seis policías municipales y un agente de tránsito que participaron en el secuestro del alcalde.
Ese mismo día la autoridad hace público el video de la cámara de seguridad de la casa del alcalde que evidencia indubitablemente que el policía municipal asignado a la vigilancia de la casa participó en el secuestro del edil.
La secuencia permite construir la hipótesis de que el primer movimiento de los grupos criminales para lograr el secuestro del alcalde, lo realizaron tres días antes de perpetrarlo. Y antes de ejecutarlo realizaron varias acciones preparatorias: eliminar a los escoltas incómodos; asegurarse la participación de policías y tránsitos municipales; distraer a las fuerzas de seguridad en operativos de emergencia, casi simultáneamente a la ejecución del secuestro; y finalmente, lo realizaron con toda tranquilidad, pues en el video se observa que no llevan ninguna prisa, todo lo hacen pausadamente, sin apresuramientos.
En contrapartida las autoridades están reuniendo evidencias para tratar de dilucidar que sucedió, así como recabar los elementos suficientes para consignar a los presuntos involucrados en el delito de secuestro y asesinato del citado alcalde. Pero no hay acciones preventivas, simplemente reactivas.
Como le señaló, la semana antepasada, el maestro Eduardo Guerrero al presidente Felipe Calderón, en los llamados Diálogos por la Seguridad "la lógica en la que estamos ahorita, [es] de reacción, de trabajo policial, etc.", pero falta el trabajo de análisis, de inteligencia, de reflexión, de planeación.
Guerrero precisó: "No podemos seguir con una estrategia que está maximizando la violencia. Tenemos que llegar a una estrategia que minimice la violencia, que maximice bienestar social y que maximice impacto al crimen organizado. Esa es una estrategia compleja de varias dimensiones".
Y, tras dos interrupciones presidenciales, puntualizó: "Hacer una detención de un capo es como lanzar una bola en una mesa de billar, le pega a muchas bolas.
Entonces, el análisis tiene que venir antes de lanzar la bola en la mesa, y calcular dónde va a pegar, cómo va a pegar en todas las bolas. Una vez que lanza uno la bola, y desata la lógica de movimiento entre las otras bolas de la mesa del billar, en ese momento hay que actuar. No podemos analizar...Yo me refiero a la parte antes de lanzar la bola."
Refiriéndose en específico al intento de detención y muerte del capo Ignacio "Nacho" Coronel, señaló: "De hecho, ojalá antes de la detención de Nacho Coronel, se haya pensado muy bien en las consecuencias, en términos también de violencia. Porque yo veo mucha, por ejemplo, racionalidad en la detención, en términos de bajar, por ejemplo, la producción de metanfetaminas. Pero ese propósito estuvo compatibilizado con su potencial impacto en la violencia. ¿Qué es más importante, controlar la oferta de metanfetaminas, o no desatar una ola de violencia que ahora pueda contaminar a Guadalajara, que es una ciudad bien importante? Es esa parte de inteligencia, de cálculo, a la que yo me refiero, que tenemos que pensar muy bien antes de lanzar la bola de billar."
Lamentablemente parece que esa labor de inteligencia, de cálculo, de planeación no se realiza en ningún caso, es decir, ni cuando el Gobierno toma la iniciativa -como los intentos de detención y muerte de los capos Arturo Beltrán Leyva e Ignacio Coronel- ni cuando son las organizaciones del crimen organizado, las que lo hacen -como en el caso del alcalde Santiago, el ex candidato priista a gobernador de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, o el secuestro de Diego Fernández de Cevallos, entre otros-.
En esas condiciones la lucha contra la inseguridad jamás podrá ganarse, pues mientras las organizaciones del crimen organizado actúan coordinadamente -como muestran repetidamente en los famosos narcobloqueos en Monterrey- las corporaciones policiacas (federales, estatales y municipales) lo hacen descoordinadamente; y mientras las organizaciones criminales planean y preparan sus golpes, las autoridades se limitan a reaccionar ante las emergencias. Hay evidencias irrefutables de que cuando realizan labor de inteligencia previa a sus acciones son exitosas, al margen de que no hayan calculado las consecuencias de dichos golpes.
Así aunque la estrategia de combate a la inseguridad no puede limitarse únicamente a la acción policiaca, al menos ésta hay que hacerla bien.