Fuerza latina. Pese a que varias ciudades han impulsado reformas para que los migrantes legales puedan votar, aún falta camino para impulsar el voto latino.
Mientras que en ciudades como San Francisco, Chicago y Nueva York ya han reformado sus leyes locales para que los inmigrantes que no gozan de la ciudadanía estadounidense puedan votar en las juntas escolares, o bien en comicios municipales, históricamente 40 estados permitieron el voto de extranjeros desde 1776, pero un sentimiento antiinmigrante a finales del siglo XIX e inicios de XX resultó en leyes que eliminaron sus derechos electorales para 1926.
Por ello en ciudades como Portland en el estado de Maine, el próximo 2 de noviembre los ciudadanos decidirán si los inmigrantes no ciudadanos podrían votar en las elecciones locales.
Aquellos que apoyan la medida argumentan que esta fracción de la población paga impuestos, trabaja y tiene a sus hijos estudiando dentro de escuelas públicas del sistema, por lo que deberían tener derecho a decidir como los ciudadanos.
Mientras que los detractores dicen que los inmigrantes sí tienen una forma de decidir, la cual es obteniendo la nacionalización, para la cual los aspirantes deben tener como mínimo cinco años residiendo legalmente en Estados Unidos así como pasar múltiples exámenes de inglés e historia de ese país.
Los inmigrantes argumentan que es un proceso engorroso y terriblemente costoso, por lo que a pesar de querer decidir sobre la comunidad de la que ellos forman parte, prefieren mantenerse con su estatus de inmigrante legal.
La Liga de Votantes Jóvenes de Maine, que inició la campaña que colocó la pregunta en las boletas, estima que existen entre cinco mil y siete mil 500 inmigrantes en Portland, la mitad de ellos no ciudadanos estadounidenses. Los inmigrantes provienen de unos 100 países, mayormente de Somalia y países de Latinoamérica.
