"La riqueza sólo puede acumularse a través de las ganancias de la industria y los ahorros de la frugalidad."
John Tyler
Alemania es una historia de éxito. No lo ha sido solamente en este 2010 sino en toda la primera década del siglo XXI. El país está teniendo un mayor crecimiento que la enorme mayoría de las naciones desarrolladas y ha logrado desarrollar una pujante economía de exportación a pesar de sus altos salarios y de contar con una divisa fuerte. En esto hay lecciones importantes para México.
En este 2010 que termina Alemania tendrá un crecimiento de 3.4 por ciento o quizá más. Es la mayor cifra de las economías desarrolladas de gran tamaño. La producción industrial avanzó a un ritmo de 11.7 por ciento en octubre frente al mismo mes de 2009. El desempleo, de 7.5 por ciento en noviembre, es bajo en comparación con los demás países industrializados. De hecho, en algunas zonas de Alemania la desocupación es tan baja que el principal problema económico es conseguir trabajadores.
Lo sorprendente es que hace no mucho tiempo Alemania era considerada el "enfermo de Europa". Sus estructuras políticas, económicas, laborales y sociales parecían anquilosadas. El costo a partir de 1990 de la incorporación de Alemania oriental, cuya economía fue destrozada por décadas de gobierno comunista, se convirtió en un lastre enorme. El "impuesto de solidaridad" para financiar la reunificación le restaba productividad al país.
Alemania tuvo un menor crecimiento que otros países de Europa durante el boom. Irlanda y España eran los ejemplos de alto crecimiento del continente. A los alemanes se les cuestionaba su inclinación por el ahorro cuando otros países demostraban que para crecer había que endeudarse lo más posible. Cuando llegó la crisis de 2008-2009, sin embargo, las otras economías de Europa se desplomaron.
En medio de la crisis fueron constantes las críticas al gobierno de Angela Merkel. Mientras que Estados Unidos y otros países recurrían a un gasto deficitario enorme, Alemania optó por mantener un déficit de presupuesto reducido. Éste se calcula en 3.7 por ciento del producto interno bruto para 2010 contra 9 por ciento de los Estados Unidos, 13.5 por ciento del Reino Unido, 7.4 por ciento de Japón, 3.7 por ciento de Irlanda, 9.6 por ciento de España o 7.8 por ciento de Francia. Los economistas keynesianos afirmaron que esta política impediría a Alemania tener un crecimiento razonable. El tiempo demostró que Merkel tenía razón.
Alemania ha demostrado que se puede ser competitivo con salarios altos y sin una divisa subvaluada. El superávit comercial del país superó los 211 mil millones de dólares en los 12 meses concluidos en octubre, cifra superior incluso a la de China. La cuenta corriente arroja un superávit de 5.1 por ciento del PIB.
La transformación de la economía alemana la comenzó Gerhard Schröder, canciller de 1998 a 2005, quien pese a provenir de un partido de izquierda, el socialdemócrata, tomó medidas para flexibilizar el empleo y permitir incluso la reducción de salarios. Su sucesora, Angela Merkel, de la Unión Demócrata Cristiana, mantuvo políticas financieras sensatas.
El gran lastre de Alemania hoy, como en los años noventa el costo de la reunificación, es el rescate de los países más débiles de Europa. La mayor parte de los recursos para salvar a Grecia e Irlanda, y quizá a Portugal y España, provienen de la hacienda alemana. Fue muy fácil criticar a los alemanes por ahorrar en el pasado. Hoy es igualmente sencillo pedirles dinero para rescatar a los demás de las consecuencias de su irresponsabilidad.
GRAN NEGOCIO
La inseguridad se ha convertido en un gran negocio en México. Los presupuestos de seguridad del gobierno federal y las aportaciones a los gobiernos estatales en esta materia están aumentando de manera muy importante. El aumento del dinero que se reparte, sin embargo, no ha traído consigo un descenso sino más bien un aumento en la delincuencia y la violencia.
