"Quien quiera creer que algún poder lo sitúa sobre los demás seres vivos de la Tierra, tal vez viva la gloria, pero jamás gozará sintiendo los latidos de su corazón al contemplar la naturaleza." Autor desconocido.
Imagínese despertar en un mundo distinto. Usted, desnudo, echado en posición fetal en la cama, en el patio, en la calle, dentro de una jaula o una pecera. Escucha pasos y ve, dirigiéndose hacia usted, a un monstruo, alto, peludo y vestido, que le habla y le mima, sale a trabajar y lo deja a usted solo y pasmado. Sale y ve el mundo distinto: una tienda donde se venden niños, con todo y correa para pasearlos, en las noticias salen humanos exóticos en los zoológicos personales de monstruos narcotraficantes y uno que otro cuerpo humano arrollado en las vías públicas.
Puede si gusta continuar el relato e imaginarse en el papel del ser inferior o si lo prefiere, adentrarse en la historia que Jaime Alfonso Sandoval plantea en su libro de literatura juvenil "La ciudad de las esfinges" y que inspiró este artículo.
Mucho antes de nuestra aparición, no sólo como individuos, sino como especie, los seres vivos se han desarrollado desde el momento en que la Tierra pudo determinarse como propicia para la vida. Qué son estos seres y nosotros mismos sino sinfonías materiales de la orquesta universal de los cuatro elementos. Tiempos incomprensibles moldearon la vida y a los seres de hoy diciembre de 2010.
El tema de este artículo supone ser una reflexión sobre la vida y nuestra actitud hacia ella, ese fenómeno tan complejo, tan frágil y efímero, repetido en pocos puntos del universo, contradictorio, equilibrado, de leyes incomprensibles.
Piense en el asombro hacia ese fenómeno inexplicable; en las preguntas eternas que el ser humano divinizó y más tarde explicó científicamente. ¿Por qué el gato sólo tiene cuatro patas?, ¿por qué existen los virus?, ¿por qué el número de pétalos en una flor?, ¿por qué existe la muerte? Estas son preguntas tan numerosas como las estrellas, preguntas que son una demostración de que el ser humano conserva esa capacidad de asombro, ese respeto casi mágico hacia la naturaleza.
Y todo esto surge de un pequeño perro, símbolo de milenios de evolución, arte de dioses, cuestionarios filosóficos, maravillas del diseño natural, máquinas perfectas de vida; todo aplastado por un tráiler en periférico.
Reflexione: vea al animal, a la planta, al ser vivo, como un ser digno de respeto y admiración, mas no lo humanice, pues lo alejamos del sentido natural; pero él está aquí de la misma forma que nosotros y es un ser conectado a usted por medio de un hilo de perfección, de una historia antiquísima, un ser digno de respeto, que lo alimenta, que le acompaña. Si cree en un espíritu superior, ahí está en cada ser, en cada pétalo, en cada pelo. Si no, no importa, pues maravillarse y contemplar no tiene religión. Y en el caso del animal, siendo más cercano a nosotros, véalo como un ser que no merece el maltrato, la abominación y la crueldad a la que ha sido sujeta.
Ahora, mírese al espejo, lea nuevamente el párrafo de arriba pensando en usted y su sociedad.
A propósito, exija leyes de saneamiento y protección animal, adopte, esterilice, dé amor, alimente, críe, defienda; eduquémonos, preguntémonos sobre la naturaleza, contemplémosla. Y aprovechando el medio, si maneja, respete al peatón, sea perro, gato, estudiante o ancianito, por favor. Indígnese de ver un gato muerto o maltratado, y más de un niño destruido, en cuerpo o alma, por su propia especie.
Habrá que demostrar que todavía tenemos respeto a todos los demás seres con losque compartimos nuestra ciudad, desde el más pequeño insecto hasta al más anciano de los hombres, y seguiremos cultivando una cultura de vida que en estos momentos nos vanagloriamos de exigir.