Edison Peña, uno de los 33 mineros chilenos que permaneció atrapado en la mina de San José, llegó ayer a Nueva York como invitado de honor al Maratón. (AP)
NUEVA YORK, NY.- Edison Peña no ha venido al maratón de Nueva York sólo para hacer acto de presencia. Con una rodilla lesionada y aunque le cueste seis horas, el minero chileno se ha propuesto completar la distancia.
"Es un reto. Podría solamente haber venido para mirarla (pero) decidí participar, sentir la emoción", declaró Peña en una atestada rueda de prensa bajo una carpa en el Central Park de Nueva York.
Hasta hace tres semanas Peña estuvo atrapado durante 69 días en una mina del norte de Chile. El jueves llegó para competir el domingo en el maratón de Nueva York, una de las cuatro grandes pruebas de fondo, y fue recibido en el aeropuerto ni más ni menos que por Haile Gebrselassie, el dueño del récord mundial de la distancia.
"Él (Peña) no podía creer que Haile estuviera ahí para recibirlo, y le dio un gran abrazo", comentó Mary Wittenberg, presidenta del club organizador de la carrera, tras regresar de la bienvenida en el aeropuerto.
Wittenberg añadió que Peña, de 34 años, reconoció de inmediato a Gebrselassie y se mostró entusiasmado de conocer personalmente al fondista etíope.
"Lo vi y lo era", dijo Peña, quien se fundió en un abrazo con Gebrselassie.
Gebrselassie correrá por primera vez en el maratón de Nueva York. En el aeropuerto también estaba el sudafricano Hendrick Ramaala, campeón de la carrera en 2004.
Durante media hora, Peña relató cómo empezó a correr en las oscuras galerías de la mina -situada a 700 metros de profundidad-, sobre cómo cortó hasta los tobillos sus pesadas botas de metal para que se asemejaran lo más posible a unas zapatillas deportivas, y su costumbre de escuchar canciones de Elvis Presley.
Todo eso sin tener la más mínima idea que ahora tendrá la posibilidad de cubrir los 42 kilómetros (26 millas) de distancia del maratón de Nueva York.
"Yo nunca pensé que iba a llegar a este maratón", señaló Peña, que estuvo sepultado junto con 32 compañeros en el desierto de Atacama, en el norte de Chile.
¿Por qué correr mañana y tarde, dando entre 10 y 12 vueltas por las galerías de cerca de un kilómetro?
"Con correr demostraba que no estaba resignado ... que Dios viera que quería vivir", añadió Peña, elegantemente vestido con un traje oscuro y corbata gris. Frente a él, su esposa Angélica grabó el momento con una minicámara de video.
"Quería demostrarle a Dios que iba luchar, y luchar significa correr", afirmó. "Busqué cómo hacerlo, no me dije 'no puedo'. Lo busqué y lo hice, ese es el mensaje".
"Quería aburrir al destino", añadió haciendo el ademán de propinar un puñetazo.
Al llegar al aeropuerto John F. Kennedy, Peña fue vitoreado tras salir del avión por unos 150 chilenos que competirán el domingo.
"Salió y todos empezaron a vitorearlo, y él estaba vitoreando con ellos", relató Wittenberg. "Era evidente que estaba impresionado por todo".