Don Abundio, el viejo menos viejo del Potrero, enseñaba a su nieto a arar la tierra.
-Cuando estés arando -le aconsejó- nunca vuelvas la vista hacia atrás.
-¿Por qué? -le preguntó el muchacho.
-Primero -respondió don Abundio-, porque lo dice el Evangelio, y eso es muy importante. Y luego, porque si no vuelves la vista hacia atrás los surcos te saldrán derechos. Y eso es más importante aún.
Se fue el año pasado, y con él nos fuimos también nosotros un poquito. Al hacer las cuentas de ese año que se fue no volvamos la vista hacia atrás para mirar nuestras culpas de acción o de omisión. Si lo hacemos, si nos ponemos a contemplar nuestros errores, nos saldrán torcidos los nuevos surcos que este nuevo año hemos de trazar. Hagamos un sincero propósito de enmienda y sigamos arando; arando más y arando mejor.
¡Hasta mañana!..