De Tonalá, Jalisco, traje un ángel. Las criaturas angélicas son frágiles; más, mucho más que las mujeres y hombres. Basta una pequeña duda para hacerlas desaparecer. Por eso yo traje en el avión a mi ángel sobre el regazo, pues en cualquier otro sitio se podía romper.
Se ha discutido si los ángeles tienen sexo, y -en su caso- si su sexo es masculino o femenino. Yo conozco ángeles fuertes, valerosos, dueños de firme determinación. Son ángeles mujeres. Otros, en cambio, se van tras la primera nube que pasa por el cielo. Son ángeles varones.
Ni una cosa ni la otra es este ángel que vino conmigo por el aire. Es ángel-ángel. Está por encima de las cosas que por abajo están. Ahora lo tengo sobre la chimenea, y lo miro, y me mira él con una mirada somnolienta, como si hubiese despertado el primer día de la Creación.
Toda mi vida he caminado entre ángeles: ángeles padres, ángel esposa, ángeles hijos, angelitos nietos... Constantemente siento rumores de alas sobre mí. Cuando mis ángeles me suelten de la mano, espero que otro me tome con la suya y me lleve en su regazo -como yo hice con el ángel mío- por los claros caminos de la luz.
¡Hasta mañana!..