Don Abundio, el sabio viejo del Potrero de Ábrego, cuenta a su modo la historia del diluvio.
- En ese día -narra con tono de Antiguo Testamento- se abrieron las cataratas del cielo, y estuvo lloviendo sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches. Todo el planeta quedó bajo las aguas. Aun las montañas más altas fueron cubiertas por el diluvio universal.
Hace una pausa don Abundio, y luego añade con voz grave:
- En el Potrero llovieron dos pulgadas.
Todo lo dice con suma seriedad, de modo que los lugareños, que saben de las sequías en el rancho, asienten solemnemente con la cabeza.
Don Abundio me mira, y yo asiento con la misma solemnidad, como los otros.
Y es que también sé de las sequías en el rancho.
¡Hasta mañana!..