El Club del Pájaro, insigne asociación de Monterrey, celebró ayer los 35 años de su fundación.
No pude asistir al festejo. La vida que llevo, de perpetuo caminante, me hace estar en todas partes, menos en mí. Pero me hallé de espíritu presente en la casona del Padre Mier, y evoqué a los queridos amigos que hacen de ese club un sitio amable donde se come bien, se bebe mejor, y donde la palabra y la canción se ofrecen como regalo de amistad.
Durante muchos años de estos 35 he tenido el honor de compartir la mesa en el ilustre Club del Pájaro, de noble tradición regiomontana. Que muchos años más siga viviendo, y que llegue a todos sus socios el abrazo que les envía este amigo suyo que -como decía la frase ritual de las antiguas cartas- más ganas tiene de verlos que de escribirles.
¡Hasta mañana!..