En el Metropolitan Museum of Art, de Nueva York, hay una pequeña figura de bronce que casi siempre pasa inadvertida. Un anónimo artista la hizo a principios quizá del siglo quince. En ella representó a Aristóteles. El filósofo está a gatas en el suelo, y una bella mujer lo monta como a un asno.
La explicación de la obra dice que en esa forma el sabio quiso dar una lección a su discípulo, Alejandro Magno, para enseñarle los peligros a que expone la voluptuosidad. Yo pienso que el escultor mostró en su estatuilla el dominio de ese misterio llamado la mujer sobre esa vanidad del hombre llamada la razón.
El hombre, todo hombre, se rinde alguna vez al poderío supremo de la mujer. Ante ella toda razón claudica, y toda vanidad. Ella es la naturaleza. Ella es la vida. Y ante la vida ha de rendirse todo.
¡Hasta mañana!..